Carta abierta al Sr. Presidente del Gobierno
26.06.2006. He quedado sorprendido presenciando por televisión el debate sobre el estado de la nación. El Sr. Rajoy ha afirmado con la contundencia que le es habitual que España es una nación de ciudadanos. Está anclado en el más rancio jacobinismo centralista. Vd. le ha replicado que España es un conjunto de pueblos. Está Vd. más cerca del pensamiento tradicionalista que lo que está el Sr. Rajoy, a pesar de que el partido que éste preside se beneficia de los votos de muchos antiguos carlistas desorientados por eso de “el mal menor”.
Claro que Vd. no ha dicho qué es lo que une a todos esos pueblos. Los carlistas decimos que les une la Fe en un mismo Dios y la lealtad al un mismo Rey. Como parece que Vd. prescinde de estos dos elementos, nos tememos que no tenga muy claro lo de la unidad de España.
A la vista está que Vd. y su partido tienen como aliados a los nacionalistas en su lucha contra el PP. Con esos aliados no se puede hablar de España. En lo que respecta a los nacionalistas vascos, que son los que conozco mejor, se niegan incluso a pronunciar esa palabra, para nosotros tan querida. Por mucho que Vd. y los suyos reconozcan la pluralidad de las Españas no conseguirán dejar satisfechos los afanes separatistas, antiespañoles, del PNV y sus epígonos.
Antes de que Vds. pusieran de moda el calificar a España de plural, en nuestros siglos áureos, nuestros Reyes se titulaban “de las Españas”. Y en la tumba del destierro triestino del Rey D. Carlos V, figura el título “Hispaniarum Rex”.
Pero los nacionalistas no se conforman con eso. Parecen poner buena cara cuando se lo recordamos y les hablamos de la lealtad española de los hombres de estas tierras. Pero ellos van a los suyo: a esa independencia que, por imposible, nunca será realidad y cuyo sueño será una permanente fuente de disturbios.
Permítame que le recuerde que los nacionalistas vascos se la vienen “dando con queso” a los socialistas desde la República. Gusta a Vd. de la memoria histórica, pues ahí le va una ración.
Suelen poner a D. Indalecio Prieto como el prototipo del socialista antiseparatista. Del odio que los nacionalistas le tenían recuerdo unas coplas, que en mi niñez no entendía, que dan prueba de ello. Con letra de “la Paloma”, habanera universalmente conocida, cantaban los nacionalistas:
“Si a tu ventana llega Indalecio Prieto, pégale cuatro tiros porque es maketo”.
El antinacionalismo de Prieto se reflejó en el hecho de que por influencia suya no fue posible, durante la República, elegir democráticamente Diputaciones Provinciales. Las Provincias Vascongadas siguieron regidas por gestoras, como en los tiempos de Primo de Rivera. Prieto impidió las elecciones democráticas para que no salieran unas diputaciones formadas por, “nacionalistas, carlistas, monárquicos y jesuitas”. Con esas mismas palabras y el tono más brusco de que era capaz, que no era poco, se lo hizo saber a José Antonio de Aguirre.
Pero sobre valoró su propio talento político. Ofreció a los nacionalistas un Estatuto adecuado a la Constitución de la República, como quien da a “roer un hueso a un perro” (esas fueron sus propias palabras en un mitin). Y los nacionalistas aceptaron el Estatuto como las bases de una futura independencia.
Extralimitándose en las funciones que el mismo le confería, José Antonio de Aguirre actuó como Jefe de un estado independiente. A lo largo de los nueve meses de su mandato no se dirigió a Madrid o Valencia más que para pedir más armamento y sobre todo aviación. Pero actuó completamente a su aire, como si fuese el soberano.
Dio el “placet” a Guillermo Wakonning como cónsul de Austria. Se erigió en jefe supremo de todas las fuerzas que actuaban en su territorio, por encima de los generales que mandaba Madrid. Impidió la organización de su ejército en Brigadas Mixtas. Nombró representantes diplomáticos en algunos países. Organizó su propia academia militar para la formación de oficiales. Estableció depósitos secretos de armas para seguir la guerra contra la República, una vez derrotados los sublevados.
¿Qué le han dado los nacionalistas, que le han embrujado? Porque es indudable que está Vd. bajo su influencia. La frase que pronunció en su discurso refiriéndose a que “durante cuarenta años sus idiomas han sido perseguidos” es prueba de ello.
Es ese uno de los mitos de los nacionalistas que hoy se creen muchos que no lo son. Si exceptuamos los inmediatos tiempos de la liberación de Bilbao y los primeros años de los cuarenta. No hubo la menor persecución al vascuence. Y la que hubo no fue general, sino por parte de unos fanáticos centralistas.
Desde esta modesta publicación, sin el menor deseo de apoyar las tesis de Sr. Rajoy y discrepando fundamentalmente de él, coincido en acusarle a Vd. de deshacer a España. ¿Se ha dejado embaucar por los separatistas? ¿Obedece Vd. a las consignas de esa Órden, a la que dicen que Vd. pertenece, sin ningún desmentido por su parte, que ha decretado la destrucción de España? Vd. sabrá por qué lo hace.