02.11.09. La decisión del PNV de votar a favor de la modificación de la ley del aborto que propone el gobierno de Zapatero ha producido un gran revuelo. A nosotros no nos ha extrañado que dicho partido haya llegado a esa situación.
En “La Gaceta de los Negocios” se decía en titulares que los obispos vascos se toman un tiempo para reflexionar. Y en la tertulia de “El Gato al Agua” de la víspera, Mario Conde se rasgaba las vestiduras diciendo que para condenar una postura a favor del aborto no hace falta tomarse tiempo.
Los obispos vascos no necesitan decir nada nuevo sobre el aborto. Ya lo han dicho recientemente en diversas ocasiones. No tienen por qué hacer una excepción con el PNV, que es un partido más de los que chantajean al PSOE a costa de apoyar un genocidio. “La Gaceta de los Negocio” y Mario Conde (éste especialmente) se han extralimitado.
Sí se ha dirigido al PNV D. Mario Iceta, Obispo Auxiliar de Bilbao. Les ha dicho que son muchos los nacionalistas que están descontentos con la decisión del Partido y les ha recordado los orígenes católicos del mismo. Su intervención no ha gustado a los dirigentes del PNV. Se han quejado de que sea su partido el único que ha recibido la amonestación. Amonestación suavísima, por otra parte.
Efectivamente es el único partido amonestado. Pero es que es el partido que más debe a la Iglesia o, al menos, al clero. Se fundó, se difundió y tomó fuerza invocando el nombre de Dios. En la represión que siguió a su derrota en la Cruzada, sus jóvenes se ampararon en las organizaciones apostólicas. Lo ha confesado Mons. Setién en su obra “Un Obispo Vasco ante ETA”. A la vuelta de su exilio el Sr. Leizaola llegó a decir que el nacionalismo se había conservado gracias a las mujeres y al confesionario. Hoy dan su voto a una ley que atenta a la vida; que contribuye a la extinción de la raza vasca tan invocada por Sabino de Arana. No se trata de pensar con la sociedad en vez de con la Iglesia, como ha dicho alguno de los dirigentes nacionalistas. Es ponerse a favor de la muerte, en contra de la ciencia, de la ley natural y, como consecuencia, de la Iglesia.
Quienes hemos vivido la política durante el franquismo y hemos oído a los nacionalistas quejarse amargamente (y sin motivo) porque la Iglesia no les defendía debidamente, las quejas nacionalistas por la intervención de D. Mario nos suena a mucha “cara dura”.
La prudencia podría haberle aconsejado a D. Mario a callarse. Sobre todo, teniendo en cuenta que no necesitaba hablar sobre un tema tan trillado. Pero en el Prelado ha predominado, con toda seguridad, el recuerdo del apóstrofe del Salvador a Jerusalén:” ¡cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos debajo de las alas y no quisiste!” (Mat. 33, 27)
Porque no es la primera vez que la Iglesia se dirige al PNV exhortándole a que no se aleje de ella. Fueron en principio las amonestaciones a Sabino y sus primeros seguidores. Después fue D. Juan Olazábal (aunque político seglar hablaba en nombre de la sana doctrina) quien les advertía, hacia 1920, que los patriotas sin Dios, que entonces comenzaban a aparecer, acabarían convirtiéndose en patriotas contra Dios. Fue D. Mateo Mújica quien en agosto de 1936 les recordaba que no era lícito unirse a los enemigos de Dios.
En 1936 tenían una disculpa. Dirigentes nacionalistas de la época, me han asegurado que aquella su adhesión a la República, en una parte importante, vino determinada por el temor que tenían a ciertos sectores del Alzamiento: militares y monárquicos alfonsinos. Pero ahora no tienen que temer nada. Sin embargo se van con los partidarios de la muerte. Su traición a los ideales de Sabino no tiene paliativos.
El PNV de hoy está dirigido por el Sr. Urkullu. Es éste un apellido poco extendido en Vizcaya. No conocemos con el mismo más que una familia de Baracaldo. El Comandante Luis Urcullu mandó el batallón de gudaris Gordexola, en el que se enrolaron los nacionalistas de dicha Anteiglesia. Por eso suponemos que el Urkullu de hoy es descendiente, directo o colateral, del jefe de gudaris.
En junio de 1937, a punto de caer Bilbao en manos de los “nacionales”, Indalecio Prieto, ministro de la Guerra, dio orden de destruir la industria metalúrgica de la margen izquierda de la Ría, antes de retirarse. Los nacionalistas la desobedecieron. Pero Luis Urcullu fue más allá en su desobediencia. Tenía formado su batallón en barrio baracaldés de Retuerto, junto a la carretera Bilbao-Santander. El Delegado de Defensa del Gobierno de Aguirre, Rezola, le instaba a que se retirase con su fuerza. Urcullu se negaba. Por fin Rezola le dijo: “ya hemos hablado bastante, lo que ahora hagas bajo tu responsabilidad”. Urcullu quedó un corto lapso de tiempo meditando y al final dijo: “¡muchachos, al pueblo!” y condujo su tropa, en contraria dirección a la retirada, a la parte urbana de Baracaldo. La ocuparon, así como las instalaciones de Altos Hornos de Vizcaya. La consigna era dejar pasar a las fuerzas que se retirasen pero no permitirlas demorarse.
Desde la otra parte de la Ría, ya ocupada por los italianos, llegó una lancha conduciendo a D. Francisco Millán, ingeniero de la Empresa, que venía como Teniente de complemento en las fuerzas libertadoras. Éste indicó las instalaciones cuya defensa era vital. Los gudaris recibieron unas bengalas de señales, para que pidieran apoyo artillero en caso de necesidad. Las instalaciones de Altos Hornos no dejaron de funcionar.
¡Lo que va de ayer a hoy! Un Urcullu no duda en desobedecer las órdenes de los socialistas con lo que rinde un gran servicio a Baracaldo y a Vizcaya. El Urkullu de hoy se pone a las órdenes de los herederos que aquellos socialistas para convertir en derecho el asesinato de los niños por nacer.
Zortzigarrentzale.