08.02.10. Fue uno de los “slogans” que se nos ocurrieron cuando el cambio político, para avisar a los españoles de lo que les esperaba. ¡Quién iba a decirme que yo mismo iba a ser víctima del sistema! ¡Que me aplicarían lo que anunciábamos!
Jubilado de la empresa en que había desarrollado casi toda mi actividad profesional, fui requerido para unos trabajos de asesoramiento en Méjico, Rusia, Ucrania y Túnez. Además algunos abogados, que se ocupaban de accidentes de tráfico, solían encargarme informes aclaratorios sobre el posible desarrollo de los mismos. Hube de darme de alta en “Actividades económicas”, de Hacienda, bajo el epígrafe “Ingeniero Industrial”, y declarar mis ingresos por tales trabajos.
Mi sorpresa fue cuando al año siguiente de haber presentado y liquidado mi declaración de IRPF, recibo un requerimiento de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao, para que abone, en concepto de “Recurso Cameral Permanente” una cantidad equivalente al uno por ciento de los beneficios que había declarado por mi actividad.
Mi indignación no tuvo límites. Yo no había ejercido ni comercio, ni tenía ninguna industria ni había navegado. En mi trabajo la citada Cámara no me había prestado ningún servicio ni ayuda.
Protesté ante la Cámara. El funcionario que me recibió escuchó mis razones atentamente, incluso me dio la razón y concluyó: tiene Vd. que pagar.
Imbuido de nuestra doctrina, según la cual los Colegios Profesionales están para defender a sus colegiados, recurrí al mío. Me dijeron que lo consultarían con los servicios jurídicos. Al cabo de unos días me dijeron que tenía que pagar y que el Colegio no podía hacer nada en mi defensa. Tampoco ha hecho gestión alguna para que se remedie semejante abuso.
Pagué e investigué. Resulta que hay una ley según la cual, por estar inscrito en “Actividades económicas” como Ingeniero Industrial, la Cámara tenía derecho a cobrarme ese “Recurso Cameral” (¡Hay que ver la facundia de la Revolución para inventarse denominaciones con las que saquearnos!) Si mi título hubiera sido de otra ingeniería me habría librado del pago. Del pago que no es impuesto, pero que hay que pagarlo como si lo fuera porque, si no, viene la Hacienda Foral con el embargo.
Mis informes sobre accidentes de tráfico no tenían nada que ver con los fines de la Cámara. Ingenieros de especialidades distintas a la industrial, están perfectamente capacitados para desarrollar los trabajos de asesoramiento que desarrollé en el extranjero. Ellos, como no son “industriales” no están sometidos a ese “recurso cameral”. Cierto es que desarrollé mis tareas en industrias, pero situadas fuera de ámbito de la Cámara de Bilbao.
Pagar y callar; fue la única solución. Respecto a lo de votar: ¡Que vote Rita!
Descomunal chanchullo, del que se ha hablado muy poco.
¿Para que necesita la Cámara de comercio mis dineros? Veamos en qué invirtió cien millones de pesetas.
José María Gorordo era una de las estrellas del PNV. Sacó por oposición la plaza de Secretario de la Cámara de Comercio de Bilbao. Luego lo presentaron para la alcaldía de la Villa y salió Alcalde. Tuvo algunos roces con el Diputado General, también del PNV. Y en su partido decidieron no volverle a presentar y compensarle con un puesto en Bruselas como eurodiputado. Se negó a la componenda y no repitió de Alcalde.
Durante su gestión se había granjeado muchas simpatías. Grupos de vecinos le animaron para que volviera a presentarse, fuera del PNV. El publicó un interesante libro titulado “La Política de otro modo”, en el que propugnaba una mayor autonomía municipal, que ya existe en otros países, porque según su experiencia, el ochenta por ciento de los problemas de los ciudadanos se resuelven en el ámbito municipal. Si se hubieran llevado a la práctica las ideas de Gorordo, el sistema actual habría experimentado una mejora en detrimento de la partitocracia que nos gobierna.
Creó un partido que denominó Iniciativa Ciudadana Vasca. Se presentó a las elecciones y sacó cinco concejales. Parecía un buen futuro que el PNV se encargó de estrangular. Por ello en las siguientes elecciones sacó menos concejales. A la vez la Cámara, dominada por el PNV, decidió cesarle como Secretario. Al acudir un día al trabajo se encontró con que unos guardas de una empresa privada le impedían el acceso a su despacho. Así, por las buenas en esto que llaman “estado de derecho”.
Gorordo presentó una demanda contra la Cámara. Tenía todas las de ganar. Pero los pleitos van lentos.
Mientras tanto el PNV necesitó los votos de los dos concejales que en el Ayuntamiento de Bilbao aún tenía Gorordo. No tuvo ningún reparo en recurrir a él. Le ofreció una importante indemnización de la Cámara si, en lo que restaba de legislatura sus concejales votaban con el PNV. Gorordo se encontraba en una situación precaria y aceptó. Para no hacerlo tendría que haber sido un héroe.
El “recurso cameral” que me sacaron, contribuyó a engrosar los cien millones (se habló de esa cantidad) que Gorordo recibió como compensación. Eso ha ocurrido en Bilbao a finales del siglo XX. La Cámara de Comercio desembolsó cien millones para que el PNV pudiera disponer de dos votos más en el Consistorio de Bilbao. ¿Puede haber mayor chanchullo? No se trata de determinadas personas que roban. Va más a fondo que la existencia de un Roldán o un Juan Guerra. ¡Es el propio sistema el que funciona mediante prácticas de corrupción!
Carlos Ibáñez Quintana