50 años del Círculo Aparisi i Guijarro
Valencia, 15 de octubre. El viernes, 15 de octubre, en el salón de actos de la Caja de Ahorros del Mediterráneo en Valencia, tuvo lugar la presentación del libro “50 AÑOS DE CARLISMO EN VALENCIA. CÍRCULO C. APARISI Y GUIJARRO 1959 – 2009”, Escrito por Luis Pérez Domingo y prologado por José Miguel Orts Timoner.
Ante una numerosa concurrencia de socios y amigos de la entidad, el presidente de la misma, José Monzonís Pons, agradeció al autor su trabajo, cuya presentación cierra el ciclo de actos del cincuentenario de la fundación del Círculo. Luis Pérez es un testigo de la historia que cuenta acontecimientos vividos en primera línea de combate, sin neutralidad, pero con veracidad. El libro contiene un resumen de la vida de los primeros cincuenta años de la casa de los carlistas valencianos desde que fue posible su regreso a la legalidad como asociación cultural, aprovechando un resquicio de apertura del régimen franquista y una nueva orientación respecto al mismo de la Comunión Tradicionalista. El nombre de don Antonio Aparisi y Guijarro como titular del Círculo se debió precisamente a una propuesta de Luis Pérez, ante la negativa de las autoridades a tolerar que se denominara “Tradicionalista” o “Carlista”, como en épocas anteriores a la guerra civil y por la relevancia de Aparisi en su día como personaje público en la Valencia del siglo XIX, en la que destacó como jurista, literato, periodista y político, faceta ésta en la que llegó a ser parlamentario en varias legislaturas y secretario del rey Carlos VII. En el libro que ahora llega a los lectores se rinde homenaje a los promotores y fundadores de la entidad , y se recogen las actuaciones y pronunciamientos de las distintas generaciones de directivos de la misma, rastreando sus publicaciones, desde la época de la clandestinidad hasta el Portal Avant de Internet y el boletín Reino de Valencia, pasando por el boletín “Aparisi y Guijarro” y la revista “Tots”.
A su vez, José Miguel Orts, mostró su gratitud a Luis Pérez por confiarle el estudio preliminar de la obra, que se aprovechó para implementar datos sobre la relevancia del Círculo Aparisi y Guijarro en la historia política interna del carlismo del último medio siglo. Hizo mención del historial de servicios al carlismo del autor, que desde su militancia en la Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas de Madrid y Valencia, pasa por la Junta Provincial de la Comunión Tradicionalista de Valencia y llega hasta hace poco a la presidencia del Círculo. Expuso los enunciados del “a modo de prólogo” y la estructura del libro y el apéndice documental que lo complementa. Como parte del mismo, se incluyen dos cartas de don Manuel J. Fal Conde, Jefe Delegado carlista en los reinados de Don Alfonso Carlos y Don Javier, dirigidas a don Pascual Agramunt (publicada en 1973 en “Aparisi y Guijarro”) y al prologuista, en su calidad de redactor jefe de dicho boletín, no destinada a ser publicada, pero que ahora tenía especial valor como documento histórico.
En estas cartas y en el libro, hay repetidas menciones a S.A.R. Don Carlos Hugo de Borbón Parma, cuyo fallecimiento este verano ha producido dolor entre los miembros del Círculo, distanciados políticamente del Príncipe desde 1973, pero que produce un relevo dinástico que abre un nuevo capítulo de la historia carlista. Los carlistas valencianos –terminó José Miguel Orts- asumimos nuestras responsabilidades y nuestra mano está tendida. Dios quiera que el nuevo titular de la Dinastía Legítima quiera y pueda ser, como decía Aparisi y Guijarro en su tiempo, “el Rey que España necesita”.
Mientras se produjo la última intervención, se proyectaron unas diapositivas alusivas al contenido de la obra presentada.
En ausencia del autor leyó un escrito suyo el Profesor Cristóbal Castán Ferrer, historiador, miembro de la Junta Regional Carlista de Valencia, delegado de Historia y Cultura de la CTC y director del boletín Reino de Valencia, tras lamentar la enfermedad de Luis Pérez, que le acarrea el honor y placer de representarlo en este acto.
Querido presidente y muy estimados amigos:
No siéndome posible asistir al acto de presentación del libro que recoge los primeros cincuenta años de vida nuestro Círculo, no debo s a mi obligada ausencia física, mi ausencia espiritual. Lo haré con gravedad, eso sí, por dos razones: porque no quiero cansa a nadie, y porque de extenderme, correría el riesgo fe de caer en la tentación de contar batallitas, que ya carecen de interés. Se ha dicho muchas veces, y yo mismo he insistido en ello, que los Círculos son la columna de la organización carlista. Júzguese, pues, cuál era la situación de los carlistas cuando desde el final de la contienda armada nos vimos obligados a vivir en el laberinto de una semiclandestinidad a todas luces injustas. No es necesario un gran esfuerzo de imaginación para calibrar las dificultades con las que se tropezaba a la hora de programar las actividades más elementales, celebrar reuniones o, más sencillo todavía, reunir a los jóvenes en círculos de estudio, básicos para su preocupación y crecimiento político. Oficinas, bufetes, domicilios particulares, suplían mal que bien –más mal que bien- esta falta de medios idóneos para los trabajos que debían realizarse.
El Carlismo dispuso de Círculos durante la Monarquía Alfonsina y durante la República. En este último periodo, que es el que mejor conozco, fueron abundantes en todo el reino, y sólo en Valencia capital existieron al mismo tiempo hasta siete. Probablemente alguno más, pendiente de confirmar los indicios que apuntan en esa dirección. En todo caso florecían los Círculos hasta en las circunstancias más conflictivas, llevado a cabo sus actividades no siembre con rigurosa normalidad. Es cierto, ya se encargaban de de ello las autoridades-, aunque siempre, siempre, con enorme entusiasmo y capacidad para encajar las adversidades por duras que fueran.
A Franco le cupo el dudoso honor de relegar a la comunión a extramuros de la legalidad, arrebatándoles sus círculos, Prensa, archivos, patrimonio, todo. El mal llamado Decreto de Unificación, porque nada unificó, estaba concebido en verdad como la sentencia de muerte del carlismo. No lo consiguió, porque era excesivo bocado para tan menguado general, si logró arriconar el Carlismo, negándole lo que se había ganado en los frentes de combate: el derecho a la existencia sin mistificaciones ni adulteraciones, Y es que los enemigos del Carlismo les cuesta entender que no se les puede matar con acciones externas. Desde el exterior solo se les puede herir más o menos gravemente. Con el carlismo casi –y subrayo lo de casi-se acaba desde el interior. No me extenderé en este punto, porque hoy es un día festivo y nada más lejos de mi ánimo que enturbiarlo con tristes episodios de nuestra más reciente historia.
Cuando en España el partido único daba muestras de profundo agotamiento, consumido en sus propias contradicciones y tolerando ser explotado a cambio de personales sinecuras, la Comunión iniciaba su despegue con el diseño de una nueva táctica. Uno de los resultados más notables, -entre los escasos cosechados- sería la apertura de Círculos, y el de Valencia, por cuyo cincuentenario brindamos hoy, ocuparía la primera plaza de los creados en esta etapa. El libro recoge someramente la historia de estos cincuenta años. Alguien echará de menos personas y referencias. Tal vez otros opinen que se da excesivo relieve al que no merece tanto. No sé. No me he guiado por criterios de simpatía y afinidad. En realidad intentando ajustarme al encargo que se me hizo –un artículo extenso- me propuse ofrecer una panorámica general, que no hace factible ahondar en ningún aspecto. Por mucho que podara el texto, no logré acertar con lo encomendado al resultar algo respondón. Deseo que guste, después de disculpar las deficiencias, que, sin duda, hallarán.
Vive el Carlismo día de prueba, Lo comprobamos y sufrimos constantemente, ¿Quién se atreve a negarlo? Sin embargo, no nos está permitido ceder al desaliento, ni olvidar que hemos sorteado otros temporales. He dicho en alguna ocasión –no he sido el único-por supuesto- que nuestra misión, hoy, es resistir, resistir a la tentación de abandonar ante el anubarrado horizonte que percibimos. Conservar el hogar carlista, aprestarlo para cuando llegue la ocasión, si Dios así lo dispone. Por tanto, debemos procurar ante todo, que no nos sorpresa el toque de llamada distraídos en cuestiones marginales que no nos afectan, o que lo hacen en menor medida. Son escasas nuestras fuerzas, y el mero hecho de hacernos presentes ya supone un pequeño triunfo. Pero el porvenir es de los que son capaces de soportar las adversidades, embridar la impaciencia y ajustar el paso al compás de las posibilidades reales, mirando hacia un futuro que puede hacerse presente en cualquier minuto. En definitiva, sigamos la máxima de santa Teresa de Jesús: trabajemos como si todo dependiera de nosotros y oremos como si todo dependiera de Dios. Que Él os bendiga, os ilumine y os dote del coraje necesario para seguir en la brecha.