Carta abierta a D. Alfonso Ussía
24 de enero de 2011. Muy señor mío:
A pesar de que Vd. lo ha afirmado, no parece cierto que D. Juan Carlos consultase con Su Santidad antes de refrendar la Ley del Aborto. Parece ser que la Zarzuela lo ha negado.
Además es algo que no tiene sentido. Y no, ya, desde el punto de vista de que estamos en un estado laicista que persigue a la Religión. Sino desde la más genuina aplicación de la doctrina de los “dos poderes”, vigente en la Cristiandad.
¿Tenemos que recordar que hay que dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César? En el caso que nos ocupa Dios ya ha hablado: no matarás. La Iglesia lo ha repetido, en nombre de Dios, mil veces: el aborto es un crimen nefando. El Papa no tiene por qué repetir lo que muchas veces ha dicho.
Ahora le toca decidir y actuar al César bajo su propia responsabilidad. Sin que ningún poder espiritual le pueda eximir de ella. Por eso lo que el Papa le haya podido decir a D. Juan Carlos, si es que se lo ha dicho, no le libra de su responsabilidad de haber refrendado una ley inicua. Responsabilidad ante los españoles de hoy y ante la historia. En su responsabilidad ante Dios, no somos quienes para entrar.
Es curioso que sean los monárquicos alfonsinos, los teóricamente partidarios de la separación de la Iglesia y del Estado, quienes en una situación como la actual confunden las cosas y recurren a la Iglesia para librar a su dinastía de la responsabilidad de una iniquidad (una más ¡entre tantas!) que ha cometido. Los que siempre nos han acusado a los carlistas de cubrirnos con la capa de la Religión, recurren a la Religión para cubrir la participación de su rey en la aprobación del aborto. Y eso no es de ahora. No puedo evitar el recuerdo de la polémica que en 1947 mantuvieron D. Luis Ortíz Estrada y Don Julián Cabanillas. El primero había publicado una serie de artículos, recogidos luego en un volumen, en que calificaba a D. Alfonso de “Artífice de la República Española” le contestaba Cortés Cabanillas algo así como que tratase con más respeto a un rey que había dado ejemplo a todos con su muerte cristiana. ¿Qué tenía que ver lo uno con lo otro?
Volviendo al tema de hoy. Lo sentimos por D. Alfonso Ussía. Su lealtad a esa familia no tiene por qué llegar al extremo de hundir su prestigio profesional en su defensa. Porque D. Alfonso conoce mejor que nosotros lo que nos enseñó el clásico: “Al Rey la hacienda y la vida se han de dar, mas el honor….”.
Carlos Ibáñez Quintana.