Jueves 15 de diciembre del 2011. Informan los medios de comunicación de la aparición de un libro cuyo título es “El Liberalismo no es Pecado”. La primera idea que se nos ha venido a la cabeza ha sido: si lo que esa obra expone no es pecado, no puede ser liberalismo.
Leímos la obra de Sardá y Salvany al salir de la adolescencia. Pero una idea más clara y sencilla de lo que el liberalismo es nos la dio, dos décadas más tarde, un sacerdote que, precisamente, había sido capellán de gudaris. Le expresamos nuestros temores de que el liberalismo estaba penetrando en el clero. Su contestación fue rápida: “Evidentemente; ¿quieres prueba más clara de ello que el que nunca se predique sobre el Pecado Original?” Entonces nos dimos cuenta de que el núcleo doctrinal del liberalismo, la esencia de su maldad, es que niega la realidad del Pecado Original. Consecuencia inmediata: la Redención no fue necesaria.
El liberalismo es un pecado distinto a los demás. Por lo general los pecados se cometen, y se perdonan en los confesionarios. El liberalismo no se comete; se profesa. Y nos invita a no acercarnos al confesionario. “¿Para qué? ¡Si ya eres como Dios!” susurra Satanás a quien se ha dejado seducir por los mitos liberales.
Por eso nos inclinamos a considerar al liberalismo como un súper-pecado. Sardá Salvany concluye que es un pecado de herejía. Se queda corto; es peor que la herejía. Pues muchas de entre éstas, especialmente las protestantes, insisten en la existencia del Pecado Original y la necesidad de acoger a N. S. Jesucristo como Salvador.
Recordamos haber visto en un “Blanco y Negro” de mil ochocientos noventa y pico, una foto de Dª. Berta de Rohan en cuyo pié se decía: “El Carlismo que siempre se ha cubierto con la capa de la Religión…”. La vida nos ha enseñado que es el liberalismo el que se ha cubierto con la capa de la libertad para terminar sumiéndonos en la tiranía.
Cubierto con la capa de la libertad circula hoy en muchos medios (entre ellos los del grupo Intereconomía) un liberalismo que quieren presentarnos como oposición al socialismo que ha llevado a España al caos. No se dan cuenta que el socialismo es el abismo en que nos ha hecho caer el liberalismo.
No hemos leído, ni pensamos leer, la obra que nos ha sugerido este artículo. Pero suponemos que es un ataque al intervencionismo socialista. Suponemos que tienen razón en todo lo que dicen. Que defienden la libertad de la sociedad frente a la omnipotencia y omnisciencia del Estado. Pero esto sólo no es liberalismo.
La libertad de la sociedad la venimos defendiendo los carlistas desde que D. Manuel González se levantara en armas por D. Carlos V. No otra cosa eran los Fueros que figuraban en nuestras banderas. Años más tarde Vázquez de Mella haría extensiva esta defensa de la sociedad a todos los ámbitos de la convivencia, con la frase: “menos Estado; más Sociedad”.
Y es que los carlistas profesamos la idea de que la Sociedad tiene en sí misma los principios de un buen funcionamiento. Tiene que ser así puesto que es obra de Dios. Por ello limitamos el derecho del Estado a inmiscuirse en la vida de los cuerpos intermedios. El “laissez passer; laissez faire” de los burgueses liberales, lo rechazamos a partir del punto en que no reconocen ninguna limitación moral a la conducta humana.
El liberalismo desterró la autoridad de Dios de la vida política. El vacío que ello produjo se llenó, inevitablemente, por la autoridad de los hombres. El puesto de Dios, lo ocuparon los tiranos. El liberalismo es el padre del estado intervencionista por dos motivos:
a) Porque al prescindir de Dios diviniza al Estado.
b) Porque las injusticias de un sistema económico social que carece de normas morales, como ocurre con el estado liberal, exigían una autoridad que las limitase.
Y los hombres, que del liberalismo habían aprendido a prescindir de Dios, eligieron para sustituirle, a los tiranos.
Los liberales que hoy claman, con razón, ante las aberraciones del estado socialista no se dan cuenta que éste tiene su fundamento en el liberalismo que ellos dicen profesar.
Volviendo al título del este artículo: si los autores de la obra nos demuestran que lo que ellos presentan como remedio al socialismo no es pecado, NO PUEDE SER LIBERALISMO.
Carlos Ibáñez Quintana.