Mártires de la Tradición en Valencia
Martes 13 de marzo del 2012. Transcribimos la crónica de los actos por los Mártires de la Tradición que tuvieron lugar en Valencia. El día 11 de marzo ha sido el elegido por los carlistas para conmemorar un año más la festividad de los mártires de la Tradición, implantada por SMC don Carlos VII. Apenas alborando la madrugada, varios carlistas se han unido al Rosario de la Aurora valentino, dedicado hoy a nuestros caídos.
A las 9:30 horas de la mañana, una representación de la junta regional carlista y los círculos carlistas valencianos, acompañados por don Francisco Suárez, consiliario del círculo Aparisi, se ha trasladado al cementerio general de Valencia, para llevar la tradicional corona de flores (que este año estaba formada por margaritas de los colores de la enseña nacional, así como cintas con las banderas española y valenciana) y el no menos tradicional responso por el eterno descanso de los requetés valencianos asesinados en 1936, algunos de los cuales se hallan enterrados bajo esta lápida.
A las 11 horas ha sido celebrada la misa en memoria por los mártires de la Tradición en la parroquia de Santo Tomás Apóstol y san Felipe Neri. El padre Suárez ha hecho un emocionado recuerdo por todos aquellos que entregaron su vida hasta el martirio por la fidelidad a la Causa de Dios y las Españas, y su amor al monarca legítimo, animando a todos los cristianos, pero muy especialmente a los carlistas, para que nos encomendemos a ellos en la esperanza de que nuestras oraciones no serán desoídas.
Comida de hermandad
El círculo católico San Miguel de Llíria ha acogido un año más la comida de hermandad a la que han acudido varias docenas de carlistas de las comarcas más cercanas. Como siempre, tanto la atención como la comida (muy especialmente la paella) han sido insuperables. A la conclusión de los cafés, en la sala de actos del círculo ha tenido lugar un breve acto político, en el que el presidente regional de la Comunión Tradicionalista Carlista, don Jesús Blasco, sencillamente ha leído dos textos que resumen a la perfección el significado del acto: de un lado, el decreto de SMC don Carlos VII instituyendo esta festividad, de otro, la conmovedora y célebre poesía a los mártires compuesta por el requeté martín Garrido Hernando “lo demandó el honor y obedecieron”, que ha pasado al acerbo poético del ejército español, si bien despojada de su sentido monárquico original y ocultada su paternidad carlista. Un vibrante Oriamendi y los tradicionales gritos de ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España! y ¡Viva el Rey Legítimo! entonados por el veterano dirigente edetano, don José Romero, han puesto punto final al acto político.
Para terminar los actos, a las 4 de la tarde el profesor de historia don Cristobal Castán ha presentado su libro “Lo que la memoria olvida”, publicado el pasado año. La presentación de don José Miguel Orts, consejero nacional de la Comunión Tradicionalista Carlista, ha incidido en la oportunidad de presentar este libro, que habla de la persecución en retaguardia durante la Cruzada de liberación española, justo en este día, para que no olvidemos que junto a los mártires de las trincheras, o del exilio, existieron esos mártires víctimas del odio a la Religión y a la Tradición. El autor ha explicado la génesis del libro a partir del derribo lleno de odio de un pequeño monumento a los caídos que en el cementerio de Benicarló existía desde la guerra.
Un momento de la exposición de Cristobal Castán
En el resumen de la obra (editada sin ninguna subvención oficial), ha citado que entre los 66 torturados y asesinados por las milicias de los comités revolucionarios, se contaban 13 carlistas, de cada uno de los cuales ha hecho una breve semblanza. Tampoco ha dudado en citar a las 35 personas procesadas y ejecutadas en la posguerra como responsables de estos crímenes, dejando bien claro que si bien muchos de los condenados fueron autores o cómplices de esas muertes, también algunos inocentes padecieron la pena capital por venganza. El cuadro de horror (vejaciones, amenazas, saqueos, persecuciones sin cuento y torturas físicas y psicológicas) que hubieron de soportar nuestros correligionarios (algunos ya en los altares, como el abuelo del autor) por puro odio revolucionario, pone los pelos de punta y ha de servir para guardar devotamente su memoria y armarse de profunda fe para afrontar el martirio que, en mayor o menor medida supone vivir confirme a las enseñanzas de Cristo y defender el orden temporal católico, foral y monárquico.
Tomado de http://www.carlistes.org