lunes 26 de junio del 2016
Del blog de Javier Garisoain (secretario general de la Comunión Tradicionalista Carlista)
En el día de las elecciones generales (26 de junio de 2016)
Pase lo que pase hoy en las elecciones generales tengamos en cuenta lo siguiente:
1º. Que las elecciones son una farsa, un timo, un señuelo para hacernos creer que decidimos las cosas importantes cuando lo cierto es que cada vez la tiranía gubernamental es mayor. Dicen que nos dejan decidir las grandes cuestiones de la política internacional (Brexit, OTAN…) pero resulta que nos enchironan si te pillan cortando un arbolito o dándole un cachete merecido a tu hijo.
2º. Que las elecciones solamente sirven para configurar el reparto del poder del Estado Español (un poder muy limitado pues España es de hecho una colonia del NOM) entre cuatro partidos que comparten una visión común: todos son progres, divorcistas y abortistas, socialdemócratas, laicistas y estatalistas.
3º. Que las elecciones no cambian nada. Solamente son una foto fija de cómo están las cosas en el campo del marketing electoral. Las elecciones reparten los puestos entre los partidos del PPSOECIUDEMOS según haya sido la habilidad publicitaria de cada cual; según sean sus amistades y los patrocinios de los grandes medios audiovisuales; y según haya sido la cantidad de dinero invertida en hacer esa publicidad.
4º. Que pase lo que pase, ese otro mundo real, el de la España de siempre, la España amante de sus tradiciones, la de las familias que luchan día a día por educar a sus hijos, la de los trabajadores que procuran cumplir bien con su responsabilidad, la de los cuerpos sociales naturales que resisten, más o menos renqueantes, al acoso socialista y totalitario del gobierno… esa España débil y de glorioso pasado, y que ahora no vota o vota con miedo, es un motivo para no rendirse nunca. Los carlistas servimos a esa España. Somos pocos y la tarea es inmensa pero tenemos esperanza. La partitocracia pasará, las ideologías progres se irán anulando unas con otras, la verdad de las cosas acabará por imponerse y al final los más fuertes no serán los que obtengan más votos o salgan más en la televisión, sino los que tengan familia, los que tengan memoria, los que tengan fe.