El pasado fin de semana se celebró la Peregrinación a El Rocío organizada por el Grupo Joven del Círculo Carlista Virgen de los Reyes.
Durante la tarde del viernes nos fuimos encontrando en la aldea asistentes principalmente de Sevilla y Huelva pero también venidos de otros puntos de España (de Valencia, de Aragón, de Castilla…). Jóvenes y familias que crearon un ambiente de hermandad y alegría que nos acompañó hasta la despedida del domingo.
Llegada de los participantes
El sábado por la mañana nos desplazamos a la Parroquia de la Asunción de Almonte, desde donde tras la bendición del capellán de la peregrinación iniciamos camino, marcado por la Cruz y nuestras banderas, primero hacia la salida de Almonte y luego por el Camino de los Llanos.
Calor y mucho sol que marcaron las caras y brazos de los peregrinos pero no impidieron que la marcha fuese alegre y a buen ritmo, dejando tiempo para todo. Para rezar, para cantar, para charlar… para hacer comunión.
Las paradas en el camino (para esperar a algún rezagado, para el Ángelus, para la comida…) permitían algunos descansos que se agradecían.
A primera hora de la tarde llegábamos a la Aldea. Nuestra intención era entrar a la Ermita para rendir banderas a la Virgen, pero en ese momento llegaba la novia de una boda que empezaba y a continuación había programados algunos bautizos, con lo que intentando no interrumpir fuimos pasando al Sagrario por la puerta lateral, hicimos la foto de grupo en la puerta de la ermita. Tiempo habría para plantar nuestras banderas a los pies de la Virgen del Rocío.
La tarde, la cena del sábado y su sobremesa fue una nueva sesión de Comunión con anécdotas, charlas, cantos e incluso bailes.
En la mañana del domingo tuvimos un coloquio sobre carlismo como vocación social del católico, exponiendo nuestras actividades y proyectos y recogiendo ideas y propuestas.
Disfrutamos después del aperitivo y la comida, que dio lugar a una larga sobremesa que fue amenizada con flauta y tambor que luego nos acompañarían a la Ermita.
Porque la peregrinación no había concluido, quedaba lo principal de ella que era la Santa Misa en el Santuario de la Virgen del Rocío, a donde nos encaminamos, como decíamos, al son de flauta y tambor, que entonaban la Salve Rociera mientras entrábamos siguiendo a nuestras banderas.
Banderas que fueron rendidas a las plantas de la Virgen y ante Nuestro Señor Jesucristo durante la celebración de la Misa por el capellán de la peregrinación.
Tras la vuelta desde la Ermita, llegó la hora de las despedidas y la vuelta a casa con el ánimo de seguir haciendo Comunión, de plasmar en nuestra acción y vida social nuestros compromisos y de seguir manteniendo en alto nuestras banderas contrarrevolucionarias, por la restauración del Orden Social Cristiano.
Muchas gracias a los organizadores y a los asistentes.
VIVA CRISTO REY.