A vueltas con la Nación
10/10/05. En su habitual “Canela Fina” Don Luis María Anson ataca el día 10 de octubre al Zapatero con relativo acierto. Y decimos “relativo” porque comienza su artículo con la definición de “nación” aprobada por la Comisión de Léxico jurídico de la Real Academia Española a saber:
“Nación. (Del lat, natio, -onis). F. Colectividad humana asentada sobre un territorio definido y con una autoridad soberana que emana de sus miembros, constituyendo por tanto un Estado”.
No nos parece adecuado resolver un problema tan importante partiendo de una definición de diccionario.
En el tradicionalismo lo resolvemos de otra manera. Evitamos en lo posible utilizar el término “soberanía”. Según Jean Bodin, que fue el primero en usarlo, significa un poder absoluto (que él aplicaba a los reyes) que no conoce ninguna autoridad superior. Con tal soberanía aparece el absolutismo monárquico. Luego se aplica al absolutismo parlamentario.
También evitamos el uso del término “nación”. Nuestros maestros Elías de Tejada y Álvaro d’Ors estaban de acuerdo en que es el término más impreciso del Derecho Político. Recientemente he leído que algún otro pensador extranjero opina lo mismo. La historia nos enseña que a causa del término “nación” Europa se ha visto envuelta en sangrientas guerras desde 1870 hasta ahora.
Los tradicionalistas preferimos referirnos a España como realidad histórica innegable. Compuesta por diferentes reinos unidos por la Fe en un mismo Dios, la lealtad al mismo Rey y muchos siglos de historia común, que van más allá de los cinco que han transcurrido desde el reinado de los Reyes Católicos.
Aunque para un debate en profundidad no sirve el testimonio que aporta el Sr. Ansón, es adecuado para el presente de la cuestión. A los tradicionalistas y a otros muchos más, no nos pareció adecuado el empleo de los términos “nación” y “nacionalidades” que se hizo en la Constitución. Pero la Constitución se aprobó dando a esos términos una definición precisa: la nación era España, las “nacionalidades” determinadas regiones con ciertas características. No cabe que quienes se mueven dentro de la actual Constitución salgan, como el Sr. Zapatero, diciendo que el término tiene distintas interpretaciones. En un documento jurídico no se pueden emplear vocablos que se presten al equívoco. Eso lo sabemos hasta que no somos expertos en la materia. Pero parece que no lo sabe el Sr. Zapatero. En el PSOE hay mucha escasez de cultura.
Y extendemos el caso del Sr. Zapatero a todo su partido porque el mismo mal le aqueja a Patxi López, Secretario del Partido Socialista de Euzkadi, quien recientemente se ha descolgado con la peregrina afirmación de que nuestra comunidad será una nación si así lo decidimos los vascos.
Para el Sr. López basta querer para ser o tener. Su carencia intelectual le ha hecho creer que la voluntad humana tiene poder creador. “Queremos que así sea, así será”. Si el término “nación” define algo que es, el ser nación es ajeno a nuestra voluntad. Si la comunidad política a la que se aplica el término es nación, no hace falta nuestra voluntad para que lo sea. Si no lo es, nuestra voluntad es incapaz de hacer que sea.
Entre otras muchas razones por las que no aceptamos el sistema democrático, esta es una de ellas: que provoca el acceso a los puestos de personas que carecen de la necesaria preparación para ellos. Yo imagino al Sr. López como un magnífico luchador defendiendo los derechos de los trabajadores (que para eso se fundó el PSOE, aunque ahora de ello no quede nada) pero para ser Secretario General de un partido le convenía un poco más de formación intelectual. Que se adquiere con el estudio pero que no la confieren las intrigas de los congresos de los partidos.