No somos expertos en Economía

15.12.09. Los carlistas no caemos en la pedantería de los liberales que cuando se encuentran con un problema presumen de tener la solución al mismo, sobre todo si hay elecciones en perspectiva. Nos limitamos a exponer unos principios fundamentales a partir de los cuales se puede llegar a resolver el problema.

Ante la crisis económica que nos devora algo podemos decir. Repetimos que no pretendemos dar la solución. Pero sí apuntar dónde están las causas del mal.

Por lo que hemos leído a personas que nos ofrecen la garantía de su independencia, de su ciencia y de la seriedad con que se expresan, el mal surge porque se ha dado valor a papeles que no lo tenían. Eso no es más que una falta de realismo. Algo muy propio del liberalismo que es puro pensamiento idealista. Elaboran un discurso lógico en su desarrollo, pero falso en los principios de que parten, y creen que han establecido las bases de una sociedad. Ejemplo: la constitución de 1978 y el cambio político.

En economía han hecho lo mismo.

Un entendido en la materia, que no es carlista precisamente, nos ha dicho que todo nace de la soberbia de quienes se creyeron capaces de crear riqueza con unas jugadas bancarias.

Con tales premisas podemos afirmar que la crisis no se habría dado si quienes dirigen la economía mundial hubieran actuado con realismo. Se tiene lo que hay y nada más. La riqueza no sale de los juegos de manos.

La crisis viene agravada por el sistema político que padecemos. Está preparado para el pillaje. El pillaje a cargo de los partidos políticos que llegan al poder con ánimo de beneficiarse del mismo. Basta con leer y escuchar los discursos de los aspirantes. Y mucho más si nos atenemos a los frutos de este árbol maldito. La prensa controlada por las empresas económicas que, a su vez, dominan los partidos se ve impotente para ocultar la corrupción que nos invade.

El sistema favorece la corrupción. Se tarda en conocer las rapiñas. Se tarda en juzgar a sus autores. Las penas que les caen se nos antojan ridículas. Ahí le tenemos a un personaje que protagonizó hace unos lustros una rocambolesca aventura. Ya está apareciendo en la televisión, seguro que cobrando por ello buenas cantidades. ¡Y no ha devuelto ni un duro!

El sistema, aunque no estuviese lastrado por la corrupción, por sí mismo es caro. Demasiados funcionarios. Mejor dicho demasiados cargos “a dedo” y “asesores” para paliar la ignorancia de los cargos. Demasiados gobiernos autonómicos. Los carlistas defendíamos las autonomías para evitar la excesiva burocracia que veíamos. Y resulta que no se suprimieron ni uno de los cargos existentes y se crearon, y se siguen creando, muchos, ¡muchísimos! más, mejor pagados y con unas seguridades económicas ante el cese que son un escándalo.

Hace años que veníamos diciendo que no hay economía que soporte la exhuberancia de cargos que se vienen dando. Eso cuando aún no se hablaba de crisis.

No nos atrevemos a decir que los carlistas arreglaríamos lo de la crisis. Pero sí que tampoco la arreglarán quienes la han generado. Y estos son: los soberbios, los ilusos, los partidos que hinchan los cargos y los sueldos y los ladrones. Elementos que florecen en los sistemas hijos de la Revolución.

Carlos Ibáñez Quintana,
 

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