De aquellos polvos…

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05.03.2010. Desde 1833  usurpa el Trono de España la descendencia de Fernando VII. Esa familia es consciente de que viene reinando, transgrediendo las leyes de la Monarquía Española, gracias al apoyo que les presta la Revolución, liberal y marxista.
    Por eso está al servicio de la Revolución. Por dos veces ha abandonado el Trono cuando la Revolución se lo ha mandado. Por dos veces lo ha vuelto a ocupar, tras una reacción del pueblo español, con promesas que no han cumplido, y ha dado paso a la Revolución destructora de España.
    El problema de la Legitimidad Dinástica no  es baladí. Cuando se ocupa el trono sin ningún derecho gracias al apoyo de determinados grupos, se termina sirviendo a esos grupos. Más aún, se renuncia a reinar y se deja el poder en manos de otros; como ocurre actualmente.
    Así  hemos llegado a la situación caótica de la que todos nos quejamos: España arruinada moralmente, a punto de romperse en pequeñas repúblicas y sumida a una crisis económica de la que saldrá, si sale, tras muchos sacrificios de los españoles.
    La conciencia católica se ha visto fuertemente sacudida ante la inminente ley que convierte en derecho el crimen del aborto. Algunos instan a la Jerarquía eclesiástica que excluya de los Sacramentos a D. Juan Carlos de Borbón si la refrenda. La Jerarquía, al eximirle de tal sanción, reconoce el hecho de que a D. Juan Carlos la Constitución le hace irresponsable; mayor injuria no puede infligirse a una persona.
    La perversidad del sistema que padecemos no se refiere solamente a las cuestiones morales en las que la Jerarquía tiene voz. Comprende otras que, aunque Dios las ha dejado a las discusiones humanas, son muy importantes para España. Del mismo modo que D. Juan Carlos firmará la ley del aborto, firmará, cuando se la presenten, la independencia de Cataluña o la cesión de Andalucía a Marruecos. Ya, bajo su nominal reinado, se está prohibiendo el uso del castellano en Cataluña.
    Por tanto no exijamos a la Jerarquía que arregle lo que a nosotros nos corresponde corregir: cambiar este sistema, injusto desde su origen, y volver a la Monarquía Católica Tradicional con sus instituciones, que son el alma de España.
    Dejemos a la Jerarquía el gobierno de la Iglesia y como laicos responsables, vayamos a la raíz del problema, que no es otra que el mismo sistema.
Carlos Ibáñez Quintana, Secretario de Acción Política de la Comunión Tradicionalista Carlista