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16 de mayo de 2011. Se me quedó grabada en el alma la muerte de Iruretagoyena, concejal del PP en Zarauz. Se trataba del hijo de un carlista que aceptó el cargo para hacer frente al nacionalismo.
Regina Otalola, alcaldesa de Lizarza durante los últimos cuatro años, escribe hoy en La Gaceta de los Negocios que los nombres de los candidatos a las municipales del PP en Guipúzcoa son enmarcados en una diana. Están amenazados. Ella lo atribuye al envalentamiento que supone para la izquierda abertzale la legalización de Bildu por el Tribunal Constitucional.
El recuerdo de Iruretagoyena me hace suponer que muchos de esos candidatos son hijos o nietos de carlistas.
Reflexionemos: se presentan en las listas del PP. El PP es una de las patas en que se sustenta en sistema actual. Sin el PP no habría PSOE.
El PSOE ha actuado con toda la mala fe del mundo para que el Tribunal Constitucional legalice a Bildu, brazo político de ETA. El PP protesta por la legalización, pero sustenta el sistema que lleva fatalmente a esa legalización. Que no nos vengan diciendo que las cosas tendrían que ocurrir de otra manera. Han ocurrido como estaba previsto. Luego lo que hay es lo único que puede haber. Las protestas del PP no le eximen de la culpa que le corresponde por sustentar el sistema que hace inevitable la legalización de una banda criminal. Que hace posible que los nombres de los candidatos suyos en Guipúzcoa sean enmarcados en dianas con total impunidad para quienes lo hacen.
De las iniquidades que hoy soportamos, al PP le corresponde la de seducir a patriotas que exponen sus vidas en Guipúzcoa. Y las exponen en defensa de un sistema que les convierte en blanco de los asesinos. Hijos y nietos de quienes se jugaron la vida por la Tradición, se la juegan hoy por el mismo liberalismo que combatieron sus padres y abuelos. Y, como no podía ser menos, el liberalismo, enemigo de siempre, les ofrece como víctimas propiciatorias en el altar de la falsa libertad.
De ahí nuestra repulsa al PP, cómplice del PSOE en la destrucción de España.
  Carlos Ibáñez Quintana.