Manifiesto del Aplec de Bocairent 2019

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BOCAIRENT 2019

Buenos días a todos, carlistas y amigos que hoy nos reunimos un año más para recordar a los mártires que han dado lo más sagrado que tenían, su vida, por defender la misma bandera que hoy seguimos portando con humildad, intentando seguir su ejemplo.

En primer lugar, me gustaría agradecer la presencia de los que vienen de más allá de las fronteras de nuestro viejo Reino de Valencia. Catalanes, castellanos. Bienvenidos a nuestra tierra, regada, como las vuestras, con la sangre de los que nos antecedieron en esta lucha. Lucha que siempre ha sido desigual. Pero lucha en la que nunca hemos cejado y que seguimos manteniendo casi 190 años después. Siempre contra el mismo enemigo. El liberalismo.

Ese liberalismo que durante los dos últimos siglos ha ido envenenando en todos los ámbitos a la sociedad de la que formamos parte, hasta el límite de hacernos parecer extraños en nuestra propia tierra por, precisamente, defender esa tierra y sus tradiciones frente a ideas y fórmulas extranjeras, pero como digo, ya arraigadas y asumidas como propias.

Ese liberalismo que hoy se presenta de manera más agresiva que nunca en todas sus facetas.

En la vertiente económica, todos los hijos de la revolución liberal, desde el marxismo hasta el capitalismo, han demostrado su incapacidad de redistribuir la riqueza de la sociedad, buscando el bien común. Algo tan simple de explicar y entender, después de dos siglos se antoja una utopía. Unos porque, pretendiéndolo, entregan al Estado todo el poder sobre la sociedad, privando a ésta de la libertad para autogestionarse. Otros porque entregan ese poder a las élites económicas, pretendiendo hacernos creer que dirigir a los pueblos es lo mismo que dirigir a las empresas, basando su objetivo en los réditos económicos, obviando al ser humano como criatura natural, entendiéndolo exclusivamente como parte del capital de sus empresas. Y entre este blanco y negro, una multitud de grises, que no varían en nada la perversidad del sistema.

Nosotros tenemos que trabajar por el Reinado Social de Cristo y ser sus herramientas en nuestra ajada España para luchar conta todo lo expuesto anteriormente. Porque nosotros defendemos una sociedad justa. Porque, siguiendo los designios de la Iglesia ansiamos el bien común. Porque más que socialistas, comunistas, liberales, nosotros somos Sociedalistas, y al grito de ¡Más Sociedad, Menos Estado! pretendemos que esa sociedad, a través de sus instituciones naturales, rija sus propios designios lejos de los intereses del omipresente estado marxista o la larga sombra económico-capitalista.

Desde el punto de vista territorial, nos acechan los nacionalismos, egoístas y excluyentes, que desgarran las entrañas de los pueblos, presentando propuestas que bajo la premisa de “conmigo o contra mí”, lo único que han conseguido ha sido la ruptura de la sociedad.

Debemos hacer entender a los nacionalistas unionistas que durante siglos los primeros defensores de Las Españas, fueron los vascos, aragoneses y catalanes. Y lo eran porque gozaban de tal ámbito de libertad, que no se planteaban la ruptura con su Rey y el resto de Las Españas, porque precisamente eso era lo que garantizaba esas libertades y lo defendieron hasta la muerte durante siglos.

Y debemos demostrar a los nacionalistas separatistas que la unión fraternal entre los diferentes territorios de España está por encima de referéndums, separaciones, y odios creados por las élites egoístas y manipuladoras. Y que todos juntos, no sumamos, sino que multiplicamos. Y aunque suene a pretencioso, nosotros tenemos, no una solución, sino la única solución que ha demostrado ser eficaz para la vertebración territorial: Monarquía Federativa. Y no es una apuesta a ciegas. Es una apuesta sobre seguro, demostrando su efectividad durante 500 años.

También el liberalismo está consiguiendo destruir la sociedad en sus ámbitos más elementales. La expulsión de Dios de la vida pública, hasta casi arrinconarnos otra vez en las catacumbas.

El feminazismo predominante en la sociedad, que es, paradójicamente el mayor enemigo de la mujer, queriendo equipararla al hombre en todo, cuando es un ser tan diferente, y tan complementario al anterior. Es un simple insulto a la inteligencia pretender esa igualdad total cuando, desde el punto físico, afectivo, intelectual, etc. .. somos tan diferentes. Hermosamente diferentes.

La cultura de la muerte, instaurada y adoctrinada desde los niveles educacionales más primarios, siendo el ser humano el único animal, supuestamente racional, en que la madre asesina a los hijos.

Son sólo unos ejemplos de la sociedad en la que vivimos. Enumerarlos todos equivaldría a quedarnos a vivir en Bocairent para seguir escuchándome una buena temporada.

También el sistema político está podrido. Este laureado e idolatrado sistema de partidos, creado y amparado en la llamada constitución del 78. Haré dos breves y sencillas reflexiones.

La primera es conceptual. Partido etimológicamente quiere decir que es una parte, que algo global se parte. Con lo cual “per se”, los partidos parten y dividen, no suman, no construyen.

La segunda es original. Todos nacemos en una familia, trabajamos en una empresa, vivimos en un pueblo o ciudad, estudiamos en algún momento de nuestra vida. Estos son los cauces naturales para que las personas se relacionen con el resto de sus convecinos. Pero, originalmente, ¿alguien nace, o estudia o se casa, o tiene hijos con un partido político? Frente a esto los carlistas decimos: ¡Todos unidos, No partidos!

Volviendo a la razón que nos trae hoy aquí, y no es otra que renovar nuestro compromiso con la tradición, me gustaría expresaros, mi voluntad de que la Comunión, el carlismo, los carlistas seamos herramientas efectivas en esta sociedad. Herramientas de unión, herramientas de bien, herramientas de fe, herramientas de lealtad al Rey que representa todo lo anterior.

Os llamo a entregaros, como otros lo hicieron anteriormente, ahora no en un campo de batalla, sino en vuestro trabajo, en vuestra familia, en vuestro instituto o universidad, en la sociedad. Entregaros con la convicción que llegará el día en que esta sociedad adormecida, adoctrinada, despertará de este mal sueño, de esta pesadilla. Y se despertará buscando un futuro nuevo, mejor, diferente. Algo que la revolución liberal, a pesar de sus mentiras, manipulaciones, y oportunidades perdidas, no les ha ofrecido. Una vida natural, en franca y sencilla convivencia, cuya principal bandera sea el bien común, y su primer defensor, el Rey.

Os espero en el camino, detrás de nuestra bandera, al servicio del Rey y de la causa que representa.

Por Dios, la Patria, los Fueros y el Rey.