Crónica Isusquiza, Álava

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Eran las 10 de la mañana del pasado día 15 de septiembre. Unos escasos 10 grados de temperatura de la fresca, aunque soleada, mañana alavesa me recibieron a mi llegada al aparcamiento de Landa. Aunque la cita era a las 10:30, había llegado pronto porque era mi primer acto de Isusquiza y quería llegar con tiempo de corregir cualquier posible eventualidad inesperada en mi viaje. Esto me permitió hacer un pequeño recorrido turístico por las inmediaciones, visitando las riberas del embalse de Ullibarri-Gamboa, un lugar precioso donde los prados verdes y de escasa pendiente se hunden suavemente en las aguas del pantano. Sol brillante, campo verde y limpio y agua tranquila; creo que el Paraíso Terrenal debía de ser algo similar a eso. Un paisaje muy diferente al que se encontraron los requetés alaveses y aquellos soldados del Regimiento San Marcial que el día 8 de octubre de 1936 fueron a recuperar la cima del cercano monte de Isusquiza (perdida el día anterior) en una acción en la que murieron por Dios y por España 37 requetés y 44 militares. En aquella época el pantano no existía y desde las alturas del monte se controlaba parte del tramo de vía del viejo ferrocarril Vaco-Navarro que enlazaba Vitoria con Vergara, así como el puerto de Arlaban, en la carretera que une las mismas localidades y que resultaba entonces de vital importancia en las comunicaciones entre Madrid y París.
Poco a poco fueron llegando los correligionarios de diversas partes de España, vascos de Álava y Vizcaya, castellanos nuevos de Toledo y de Madrid, navarros de Leiza y de Pamplona, castellanos viejos de Palencia, de La Rioja y de Santander y hasta un sevillano en representación del otro extremo de nuestra península.
A las 11 comenzaron los oficios religiosos, consistentes en un Vía Crucis y la Santa Misa, ambos en sufragio por quienes allí entregaron su vida durante La Cruzada. Nuestro corazón nos hubiese pedido realizar el vía crucis subiendo al monte, pero las circunstancias hicieron que ambos oficios se realizasen en la iglesia de San Bartolomé, inmediata al aparcamiento de Landa.
Seguidamente tuvo lugar el acto político con la lectura por parte de Luis Ángel Armentia de un manifiesto recordando lo que allí ocurrió, y la invitación por sorpresa a varios de los presentes para que dirigiesen algunas palabras. Entre los espontáneos oradores se sacó al atril a Silvestre, a José Fermín, a Luis y a mí mismo. Para finalizar entonamos el Oriamendi y dimos por finalizada la parte política del acto político
La comida de hermandad fue en el cercano restaurante Etxe Zuri (Casablanca), donde su buena atención, las ricas viandas y, sobre todo, la sana confraternización de quienes las comimos, nos hicieron olvidar durante un rato la ikurriña de la fachada y la exigencia de entrar sin boinas de la nueva dirección del establecimiento, que ha suprimido los comedores apartados y temía que asustásemos a sus clientes.
A modo de resumen hay que decir que el acto resultó francamente bonito y agradable, así como que la compañía de los asistentes fue muy grata. Creo que todos debemos agradecer a los miembros del Círculo Tradicionalista Cultural “San Prudencio” de Vitoria, y especialmente a Pilar y a Luis Ángel, el esfuerzo realizado para organizarlo y el habernos invitado a acudir. Muchas gracias por todo y ¡hasta 2025!
Carlos Riestra

ALGUNAS FOTOS DEL ACTO

    

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