Discurso de D. José Antonio Gallego, consejero de la CTC.
DICURSO DE D. JOSÉ ANTONIO GALLEGO
Queridos amigos, queridos hermanos en la Fe.
La festividad que celebramos, Cristo Rey, cuyo reino debe alcanzar a todos los hombres y a todas sus instituciones y el lugar donde nos encontramos, frente al edificio que simboliza toda la decadencia moral que nos invade, invita más que a un discurso, a una arenga que inflame vuestros corazones, que os empuje a continuar la heroica lucha de nuestros antecesores, pero… sabemos que hoy no es posible, que tan solo somos un puñado de hombres y mujeres, una simple partida incapaz de doblegar por la fuerza a un enemigo tan poderoso… Habrá, por tanto, quien piense que solo nos queda rezar… y rezar esta bien, pero… lo que la sociedad, los españoles, hoy nos exige es que reaccionemos, no con la fuerza de las armas, sino con la incomparable fuerza de nuestro pensamiento, con la infinita fuerza de la Verdad. Hoy debemos hablar de política y de futuro, de nuestra política y de nuestro futuro.
Pensad
Sabemos que hoy cada vez hay más gente consciente de que el sistema, que los partidos invaden todo ámbito no solo político, sino social, familiar, individual… que los partidos no solo están en el Congreso, en el Senado, en las Comunidades, en los Ayuntamientos, sino que también dominan la Justicia, la Educación, los medios de comunicación…, que se han convertido en una religión que determina lo bueno y lo malo, obligándonos a pensar como ellos quieren, en la tiranía insoportable del pensamiento único. Sin embargo, el sistema no se tambalea.
Sabemos que hoy cada vez hay más gente consciente de que los partidos no buscan el bien común, que solo buscan su propio bien que no es otro que permanecer en el poder, aunque solo sea una pequeña parte, porque muy pequeña que sea, le permite beneficiarse de sustanciosas prebendas, que, si alguna vez en la mente de algún iluso fueron medios para un bien superior, hoy nadie puede dudar de que son un fin en sí mismos, que se rigen por una sola directriz, es bueno, lo que es bueno para el partido. Sin embargo, el sistema no se tambalea.
Sabemos que hoy cada vez hay más gente consciente de que el sistema no es corregible desde dentro, que, toda persona o grupo, por muy bien intencionado que estuviese en principio, cuando entra en el sistema, termina siempre por ser una pieza más del sistema y deja de ser parte de una hipotética solución para terminar siendo parte del problema, porque no lo olvidemos cuando se acepta participar en un juego tienes que aceptar sus reglas. Sin embargo, el sistema no se tambalea.
¿Por qué, a pesar de cada vez hay más gente consciente de las mentiras que sustentan el sistema, no se tambalea?, pues, porque durante décadas, ya siglos, ha venido infectando el pensamiento y no solo de los más sencillos, de que frente a él no hay más alternativa que la dictadura o el absolutismo. Y, por tanto, por muchos defectos que tenga, por muchos errores que cometa, por muy inútil que parezca, la alternativa siempre es peor. Es decir, es el mejor sistema posible. Tal es así que cuando la extrema izquierda protesta contra el sistema, lo que pide es más sistema y cuando la extrema derecha protesta contra el sistema, lo que pide es dictadura, con lo que ambas protestas lo que único que hacen es fortalecer el sistema, pues solo abundan en su maniqueísmo.
Nosotros, sin embargo, sabemos que no es así, que la vida política admite otra fórmula, un modelo ordenado a la búsqueda del bien común. Sabemos que existe otro modo de vivir, otro modo de regular la vida social que no es la democracia liberal, la partidocracia, ni tampoco ningún tipo de dictadura o gobierno absolutista y si no se hubiese manipulado la Historia, bastaría echar la vista atrás para comprobarlo. Y esa es nuestra tarea, ese debe ser nuestro mensaje, ese nuestro discurso. ¿Pero, como hacer que llegue, que cale, en una sociedad a la que se han marcado a fuego otras ideas, a las que se ha formateado el cerebro para que, como acémilas con anteojeras, solo vean en una dirección?
Yo tengo claro y la experiencia demuestra, que la sociedad actual, en general, no está preparada para comprender un discurso de máximos, no entendería nuestra pretensión de volver al Orden Político Cristiano y que eso solo conlleva un orden moral. La mayoría de los que nos oyesen pensaría que casi queremos volver a la Edad Media, a que las mujeres bajaran a lavar al río, a volver a utilizar carros y caballerías como medio de transporte, que huimos de los avances de la Medicina, de la Ciencia, de la Tecnología… Y un discurso de mínimos, nos convertiría en poco más que un partido similar a los del sistema, en un grupúsculo al que algún iluminado rápidamente tacharía de demócrata-cristiano. Y si nuestra propuesta no puede ser de máximos ni de mínimos, cuál debe ser nuestra propuesta, cuál debe ser nuestra propaganda, nuestro primeros objetivos…
Yo, hoy aquí ante el edificio de las Cortes, símbolo de la decadencia de España, propongo un programa de pasos. Sí de pasos. Pues, independientemente de seguir explicando qué es el Carlismo, a todos aquellos que se nos acerquen, ya que no podemos derrotar a un enemigo que se apoderado del llamado mundo occidental, debemos empezar a debilitarle criticando sin descanso el poder omnímodo que ejerce sobre la sociedad actual, pidiendo, por ejemplo y para empezar, explicaciones de por qué el Senado está compuesto por las mismas fuerzas que el Congreso ya que siendo así es imposible que cumpla su función moderadora de su poder, aboguemos por que el Senado sea una cámara de representación de fuerzas e intereses distintos a los representados en el Congreso, por ejemplo, colegios profesionales. Estoy convencido de que en esa tarea conseguiríamos el apoyo de muchos de aquellos que conscientes del poder destructor del actual sistema, no encuentran el camino para combatirlo. Si consiguiéramos, aunque solo fuera eso, habríamos debilitado enormemente el poder actual de los partidos. Luego podríamos atacar su presencia en los Ayuntamientos, intentar sacarlos de los Colegios, de la Universidad, de la Justicia…
Amigos, correligionarios, conocemos la solución a la degradación que sufre la sociedad, sabemos quien es el culpable, pero también su inmenso poder, luchemos contra él, por supuesto apoyándonos en la oración, pero también siendo bastante más astutos de lo que hemos sido hasta ahora, siempre a pecho descubierto, siempre inmolándonos en una lucha secular rica en sacrificios, pero pobre en resultados.
José Antonio Gallego – Consejero de la Comunión Tradicionalista Carlista.
23 de noviembre de 2024 d.C.
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