FIDES CTC nº 9. 25 de septiembre 2000

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Crónica de la Universidad de Verano Alfonso Carlos I

Convocada por la Junta de Gobierno de la CTC, los días 15, 16 y 17 de septiembre se ha celebrado en Navacerrada (Madrid) una primera Universidad Carlista de Verano. En la misma han participado militantes carlistas de Andalucía, Aragón, Galicia, Guipúzcoa, Madrid, Navarra, Valencia y Vizcaya.

 

PRESENTACION. OBJETIVOS DE LA UNIVERSIDAD DE VERANO

El viernes día 15, en la presentación de la Universidad, Evaristo Palomar, Consejero Nacional de la CTC, explicó el programa así como las razones e intenciones de la convocatoria. Estas jornadas de estudio y trabajo se han planteado como un espacio en el que los miembros de la Comunión puedan intercambiar experiencias, aprender, conocerse mejor, fijar objetivos… en definitiva sacudirse el “no hay nada que hacer”. Se trata de unas jornadas abiertas a todos los afiliados, pero más especialmente dirigidas a miembros de juntas, delegados y consejeros.

 

1986-2001: QUINCE AÑOS DE CTC

También como parte de la presentación, Carlos Ibáñez, Secretario General, defendió que la Comunión debe ser, según la mejor tradición carlista, un movimiento profundamente realista, con los pies en el suelo. La Comunión tiene una tarea primera que es darse a conocer dando respuestas a los problemas de la sociedad desde un punto de vista tradicionalista. Tratando de resumir los 15 años de vida de la renacida CTC Carlos Ibáñez repasó los logros conseguidos en formación (Cruz de Borgoña), comunicación (revista Ahora, publicaciones…), y organización (Secretaría Técnica, elecciones). También advirtió sobre algunas tentaciones como la de aquellos que se empeñan en presentar al carlismo como unos “nubarrones” siempre amenazantes. O como la de ciertos intelectualismos que construyen ideologías desde reduccionismos de la Tradición. Como antídoto frente a ambas tentaciones recomendó la humildad personal, una virtud que fortalece la organización y ayuda a distinguir lo fundamental de lo accidental.

 

LA VOCACIÓN POLITICA

Entrando de lleno en materia, el primer tema de estudio el sábado fue el de la vocación política. Apoyándose en textos del Concilio Vaticano II, Evaristo Palomar reflexionó sobre la acción política entendida como apostolado de los laicos. En un debate posterior se hizo hincapié en la importancia de conocer -y dar a conocer- este magisterio de la Iglesia, tantas veces manipulado o malinterpretado, -se pusieron como ejemplo algunas citas significativas y “políticamente muy incorrectas” del nuevo beato Juan XXIII (“La autoridad no emana de la voluntad popular”)-. También se recordó el deber de todo afiliado de captar nuevas “vocaciones políticas”.

 

SOCIOLOGIA DEL ELECTORADO CATOLICO

Otra interesante sesión -la más intensa y extensa de las jornadas- fue la ofrecida por Juan Carlos García de Polavieja sobre “sociología del electorado católico”. El conferenciante habló de cómo toda acción política debe desarrollarse en una circunstancias concretas para lo que es imprescindible conocer algunos fundamentos sociológicos sobre nuestra España del año 2000. La acción política incluye la propuesta de un ideario, la presencia en procesos electorales, la captación, la animación de la sociedad, etc. Conjuga todos estos aspectos para conseguir una acción de liderazgo social. Esa acción política se concreta en un proyecto adaptado a la realidad social en el que encajen perfectamente tanto los objetivos máximos y a largo plazo (instauración de una monarquía tradicional, un sistema foral, etc.) como los objetivos más inmediatos (abolición del aborto).

Lo primero que hay que hacer para orientar correctamente una acción política católica es conocer y seguir las orientaciones de la cátedra de Roma, sintonizar con ellas y “empaparse” del magisterio pontificio. Después, conocer y entender la vida de la Iglesia en España y todas sus instituciones.

En la sociedad española del año 2000 asistimos a un doble proceso:

Por un lado tenemos un doloroso proceso de secularización, de descristianización, que aparece casi dominante gracias al control de los grandes medios de masas. Es un mundo mediático que se esconde tras el escudo dialéctico de palabras “talismán” como “democracia” o “libertad”. En sus aspectos más radicales es una “aclimatación colectiva gradual en el mal ético y estético”. Un verdadero proceso satánico. Pero es un proceso hasta cierto punto virtual, que se mueve en un mundo de apariencias, que funciona con dinero y gracias al dinero.

Frente a este proceso hay otro, emergente, de renovación de la vida cristiana como fruto del Concilio Vaticano II. La verdad es que el proceso revolucionario no ha podido ir todo lo rápido que hubiera deseado. No ha conseguido destruir todo el tejido social. Existe una sociedad mediática que es fuertemente refractaria a nuestra acción católica y carlista, pero no es el único modelo de sociedad, por mucho que lo digan las televisiones. Allí donde se ha aplicado con fidelidad el Concilio Vaticano II hay un proceso de renovación de la vida espiritual que se sustenta, especialmente, en el esfuerzo del pontificado de Juan Pablo II y en los nuevos movimientos de la Iglesia. Esa renovación se nota en actitudes personales de radicalidad evangélica y aunque todavía no ha llegado a alcanzar el ámbito socio-político existen muchas personas en estos nuevos movimientos que pueden llegar a conectar con el carlismo porque están “vírgenes” en la doctrina temporal. A nosotros, laicos en política, nos corresponde dar el complemento político y social a los que se han encontrado con Cristo. Es un caldo de cultivo católico que está esperando una iluminación en lo político.

El estado moral de nuestra sociedad es muy grave, pero no tanto como la revolución esperaba. Hay una cierta decepción sobre todo lo que no controlan. Y por eso es lícito tener la esperanza en que una renovación pueda regenerar lo que todavía no se ha podrido en España. La estrategia del Papa consiste precisamente en esto: apostar por el mundo real, por las personas y las familias, dejando que los otros se queden con un mundo virtual. Defender la cultura del razonamiento, la transparencia, la verdad y la lógica dejando a un lado el mundo confuso de la imagen, de lo icónico, lo irracional.

No podemos predecir hasta dónde podrá llegar el enfrentamiento entre los dos procesos descritos. En cualquier caso es indudable que la Comunión tiene un importante papel que jugar y que los 22.000 votos de las pasadas elecciones, conseguidos “sin hacer nada” son un dato que ha inquietado a más de uno. La Democracia Cristiana está totalmente desprestigiada y tiene a sus espaldas una historia de incoherencias mucho peor que toda la leyenda negra que hayan podido verter sobre el carlismo. La Comunión debe prepararse para dar la cara adaptando el talante y la disposición, adaptando su estrategia, y adaptando en lo posible su lenguaje para captar a los jóvenes que provienen de los movimientos eclesiales (había más de 160.000 jóvenes católicos españoles en la última jornada mundial de la juventud en Roma). Debe también hacerse presente de algun modo en las celebraciones populares de raíz cristiana, promover proyectos legislativos concretos y, sobretodo, confiar en los medios pobres, como la sinceridad, o la constancia.

 

UN MEDIO OPORTUNO: LA LUCHA ELECTORAL

La tarde del sábado, Javier Garisoain, secretario de Organización, planteó en su exposición la necesidad de concretar y decidir los medios para la acción. El objetivo último de todo político católico, -buscar el Reino de Dios y su justicia-, no puede quedarse en una mera declaración de principios. La letra del himno carlista (el Oriamendi) insta de una manera muy concreta a luchar en unión, “defendiendo la bandera de la santa Tradición” para “conseguir que venga el rey de España a la Corte de Madrid”. Pero lo que pudo ser en otro tiempo un objetivo claro, fácil de entender y de transmitir, alcanzable incluso a corto plazo, es hoy -humanamente- un sueño. Porque de nada serviría un rey tradicional si antes no existe una sociedad tradicional. Mantener pues un objetivo irreal, lejano, sin aplicarse a medios más próximos, convertiría al carlismo en un reducto de reflexión intelectual, brillante tal vez, pero inactivo.

El carlismo está llamado a ser un instrumento para la acción política. Y eso supone adecuar los objetivos intermedios, los medios de lucha, a las circunstancias del momento. Hoy la Comunión Tradicionalista Carlista aspira a ser un medio para la participación política de los católicos españoles. Aspira a ser la voz de la España cristiana que todavía, a pesar de todo, vive y crece al margen de los grandes medios de comunicación. Y es para alcanzar este objetivo, ambicioso y realista, para lo que la vía electoral se contempla como un medio, no único, pero si apropiado.

En el Congreso de la unidad de 1986 se dio un plazo -1992- para una fase de interiorización y reorganización. Pero los obstáculos han sido mayores de lo esperado. Nuestra organización es todavía muy débil. Ocho años después de aquella meta, debemos aprender de la experiencia adquirida y elegir un camino concreto hacia el objetivo marcado. No basta con afirmar que queremos una organización (objetivo mínimo) para representar al sano pueblo español (objetivo máximo). El camino de la lucha electoral, con todos sus inconvenientes, puede ser el medio que necesitamos. Para darnos a conocer, para captar, para influir, para organizanos, para servir.

 

ORGANIZACION, TESORERIA, COMUNICACION Y PROPAGANDA

La segunda jornada de la Universidad de Verano concluyó con una ronda de intervenciones en la que afiliados de distintas regiones hablaron de hechos y trabajos de ámbito local y regional llevados a cabo o proyectados en las materias de organización, tesorería, propaganda, boletines, etc.

No hay fórmulas mágicas para que una organización como la carlista funcione correctamente, sin embargo hay algunos puntos importantes para analizar como: la seriedad en el compromiso personal, el trabajo en equipo, la perseverancia, saber planificar, hacer balance o analizar los resultados, etc.

 

LA VOCACION POLITICA II

Las sesiones de la mañana del domingo comenzaron con la segunda parte del tema que presentaba Evaristo Palomar: la vocación política. Vocación entendida como llamada cristiana al servicio público. Y un servicio que no consiste en otra cosa sino en llenar de espíritu cristiano las estructuras, haciendo todo a la luz de la fe. Para desarrollar esta vocación hay una tarea que hacer en grupo (amando a los enemigos “pero también a los amigos”), colaborando, ayudándose, con voluntad de servicio. Y otra tarea propiamente personal. A partir de ahí, el tema analizado por Evaristo Palomar fue el de la formación y las aptitudes del hombre con vocación política. Ciertamente la dedicación política, sea en el grado que sea, requiere una formación especial, espiritual, teológica, cultural, práctica y técnica. Y éste es el hueco que a modo de escuela de formación política va a tratar de cubrir la Comunión con sus Universidades de Verano o Invierno.

Siguiendo los consejos que da Manuel Royo Marín en su “Teología moral para seglares”, Palomar fue enumerando las cualidades que debería tener un buen político (como cualquier otro “profesional” católico que quiera ser fiel a su vocación y glorificar a Dios con su trabajo). En primer lugar deberá examinar la vocación política desde un punto de vista moral y espiritual. También deberá plantearse sus propias condiciones psicológicas y morales, y formarse para conseguir la aptitud. Las dotes naturales del hombre de gobierno: vocación, equilibrio pasional, reflexión, sensatez, bondaz, carácter, etc. tendrán que ser tenidas muy en cuenta, pero no aprovecharán si al final no se entiende que sólo acertamos cuando nos ponemos como medio y dejamos hacer a Dios. Por último se citaron los principales documentos de la Iglesia (del Concilio Vaticano II y posteriores) referentes al apostolado seglar como Lumen Gentium, la exhortación apóstolica Christifidelis Laici, o la homilía que Juan Pablo II dirigió a los seglares españoles en Toledo en su viaje de 1982.

 

DÓNDE ESTAMOS. DÓNDE QUEREMOS IR. TRABAJO POR OBJETIVOS

En la última sesión de la Universidad de Verano, -antes de las conclusiones y ronda de testimonios de los asistentes-, Ana Fal-Conde, secretaria de Formación y Juventud, volvió a reconducir la reflexión de los participantes hacia la planificación concreta de actividades.

La Comunión tiene ya un objetivo marcado al que podría incluso ponerse la fecha del 2003-2004: hacer que la Comunión sea voz política del pueblo católico. Ahora bien ¿cómo hacer, qué medios emplear desde cada Junta Regional o Local para concurrir coordinadamente en ese objetivo? Para llegar a buen puerto y aprovechar al máximo todas las energías es esencial que cada organismo de la Comunión elabore, en septiembre, un plan anual de actividades para el curso que se inicia. Los pasos que debe recoger ese plan anual serían las siguientes:

a) Análisis de la situación y contexto. Recuento de fuerzas y recursos. Balance de cursos anteriores.

b) Fijar los objetivos para cada área. Concretar en una frase el objetivo general en tesorería, organización, comunicación, propaganda, juventud y formación, etc.

c) Elegir los medios. Es decir, decidir los caminos que vamos a recorrer para llegar al objetivo. (Por ejemplo: alquilar un local, reunirse semanalmente, buscar el compromiso personal, promover el envío de cartas al director, pagar propaganda en la radio, etc.)

d) Fijar plazos. Poner fechas a esos medios dentro del curso

e) Reparto de tareas. Nombrar los responsables de cada área

f) Asignar los recursos para cada medio (humanos y materiales)

g) Hacer un presupuesto. Traducir el plan anual a pesetas (sin que una situación precaria impida cualquier actividad, pero sin construir “castillos en el aire”)

 

CONCLUSIONES

Para finalizar las jornadas, y antes de que la presidenta de la Comunión, María Cuervo-Arango, diera por clausurada la Universidad, se pusieron de manifiesto algunas de las principales conclusiones. Se recordó, por ejemplo, el llamamiento a la humildad, fundamental en la tarea política; la riqueza de los documentos de la Iglesia que nos impulsa y orienta a una sana acción política; la realidad de una sociedad difícil en la que viven miles de personas que esperan mucho del carlismo; la importancia de trabajar organizadamente, con cabeza, decidiendo objetivos posibles y medios próximos. También surgieron críticas para la mejora de próximas convocatorias (como diferenciar mejor las ponencias de los debates-tertulias, tratar cuestiones de política económica, etc.); o ideas como la de celebrar en un acto nacional de la Comunión el año Jubilar. Las próximas jornadas, que se celebrarán hacia el mes de febrero del 2001, contarán con una mayor propaganda previa lo que hará posible una mayor asistencia a las mismas.