Carta abierta a Antonio Fontán

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29.03.2007. El cuento de la Caperucita Roja.

Nos ha sorprendido leer en La Gaceta de los Negocios, fin de semana 24 y 25 de Marzo de 2007, el encabezamiento de una entrevista que le hacen a Vd. Dice así: “Hay tres principios en España: la cultura cristiana, el liberalismo y el patriotismo”.

En el interior del artículo añade: “Y tres definiciones que nacen en Cádiz: la Patria, la Nación y el Estado”

“En el antiguo régimen eran súbditos. Ahora son los ciudadanos”

Cuando el periodista le dice que “hay un socialismo español patriótico”, añade Vd. “Son los socialistas patriotas, los seguidores de Prieto”.

No podemos dejar de reflejar otra perla de su entrevista. Se atreve Vd. a decir que “Tenemos una sociedad civil fuerte”.

El cristianismo, soporte de la cultura cristiana, es incompatible con el liberalismo. El cristianismo se basa en la venida al mundo del Redentor a salvar al hombre que había pecado. El liberalismo es la afirmación del hombre perfecto que no necesita salvación.

Por eso el liberalismo siempre ha actuado en España en contra de la religión cristiana y, por tanto, de la cultura cristiana. No podemos suponer que Vd. no haya leído la historia y desconozca las matanzas de sacerdotes y religiosos, la desamortización, y la persecución a la Iglesia, como primeras actuaciones del liberalismo en España.

Las Cortes de Cádiz, como su primer hito, nos dan una idea de lo que dichos principios reportarían a España.

Trampas en la formación de la representación popular. Como muchas provincias no pudieron aportar diputados, al estar ocupadas por los franceses, actuaron como tales naturales de las mismas asentados en Cádiz como comerciantes. Los escogían entre los de ideas liberales.

Hipocresía respecto a la libertad de expresión. Las intervenciones de los diputados tradicionalistas eran interrumpidas con insultos y abucheos. Para mejor despreciarlos inventaron el apodo de “servil”. Lo que más nos mueve a rechazar la cacareada democracia, es eso precisamente: el nulo respeto que los autoproclamados demócratas han demostrado siempre, en hechos y palabras, frente a quienes no participamos de sus ideas.

¿Ya creían en lo que legislaron? Porque llegaron a decretar que los españoles tenían que ser “justos y benéficos”. Hace pocos años el conspicuo masón José Prat declaraba en una tertulia radiofónica que los problemas de España se arreglarían si se cumpliera el precepto gaditano que “todos los españoles serán  buenos benéficos y honrados”. Citaba de memoria. El cuento de la Caperucita.

Copiamos a quien habiéndola estudiado a fondo la resumió con las siguientes palabras:

Cortes despóticas, Cortes centralizadoras, Cortes aduladoras del Rey, Cortes acicaladas y nepotistas, Cortes que despojan a los esclavos y a los criados, Cortes hipócritas, Cortes que se votaban dietas libres de todo juez.

En Cádiz no nació el patriotismo. Los españoles que defendían la patria contra la invasión napoleónica la Constitución de Bayona, ignoraban que en eran traicionados por quienes estaban elaborando otra sustancialmente igual. Sí nació el estado. El estado opresor que la sociedad española viene padeciendo desde hace doscientos años. También nos metieron la idea de la nación. Subrayamos lo de “idea” porque, en realidad, ¿sabe alguien qué sea una nación? Con esa idea inmediatamente rompieron con España los españoles de allende del océano y surgirían después los separatismos que la Constitución actual ha exacerbado hasta los extremos que hoy nos preocupan.

A los españoles no nos ha servido que nos digan que somos ciudadanos y no súbditos. Cuestión de palabras. El estado liberal nos ha oprimido más que el antiguo régimen y ha imposibilitado la extensión a todas las tierras de España de los Fueros con los que los vasconavarros disfrutábamos de libertades concretas, no de papel. Por las libertades concretas se levantaron en armas varias veces los españoles a los largo del siglo XIX y el estado les reprimió mediante un ejército, mercenario en su oficialidad y forzado en la tropa.

Causa risa, si no fuera que también hace llorar, el que califique de patriota a Prieto y afirme que “hoy “tenemos una sociedad civil fuerte”. Semejantes inexactitudes no merecen una refutación.

Una entrevista muy bonita. Como lo son los cuentos infantiles, entre ellos el de Caperucita al que nos hemos referido. Todo está muy bien. Que Caperucita y su abuela salieran vivas de la tripa de la fiera. Que ésta fuera castigada pos su maldad. Etc. Pero pura imaginación. Puro cuento.

 Carlos Ibáñez Quintana.