La CTC, ante el triunfo de Nicolás Sarkozy en Francia
08.05.2007. ANTE EL TRIUNFO DEL MAL MENOR EN FRANCIA: LOS CARLISTAS ANIMAN A LOS CATÓLICOS ESPAÑOLES Y DE TODA EUROPA A LLENAR DE COHERENCIA LA MORAL Y LA POLÍTICA
El triunfo de Nicolás Sarkozy en las elecciones presidenciales en Francia pone de relieve el descontento de parte de la población del país vecino en cuanto a dos asuntos urgentes: la inseguridad ciudadana –relacionada con la falta de integración de buena parte de la población inmigrante- y el anquilosamiento del Estado francés, lo que constituye un lastre para el sostenimiento del llamado “Estado de bienestar”. Sobre estas preocupaciones ha girado el éxito del nuevo presidente de la República francesa, para lo cual, ha empleado conceptos novedosos en la política gala, como el “deber” que ha de acompañar a los derechos de los ciudadanos y el “trabajo” frente al acomodamiento a las subvenciones y subsidios expedidos por el estado. Sin embargo, bajo esta apariencia de reforma denominada por unos y por otros como “conservadora” no se vislumbra en los conservadores franceses giro alguno hacia una política orientada al bien común ni hacia un verdadero concepto del deber. Muestra de ello es la especialmente grave promesa electoral del señor Sarkozy de legalizar las uniones entre personas del mismo sexo o sus aterradoras loas a la despenalización del aborto.
Por tanto, el deber que propugna el Presidente de Francia no es el del Estado y la actividad política guiados por una norma moral superior, principio que rige todo gobierno orientado al verdadero bien común, si no que se limita a unas exigencias coyunturales y desarraigadas de todo principio moral, de manera que no se atacan de raíz la desintegración social que sufre Europa.
Habla el señor Sarkozy de defender la identidad nacional francesa ante la inmigración masiva, para lo que se limitaría a obligar a los inmigrantes a saber francés para poder ser residentes legales en suelo galo. No parece que, para el nuevo presidente, rescatar la identidad nacional pase por recuperar las raíces cristianas de Francia, sino fortalecer los valores republicanos que tantas contiendas han provocado y sangre francesa han derramado en los últimos siglos. Ante la ola de delincuencia y disturbios, habla el señor Sarkozy de endurecer las penas y de educar en el esfuerzo a las nuevas generaciones, pero no menciona la necesidad de educar en la fe en Dios para que el deber inculcado a las generaciones futuras arraigue en la fuente de todo bien. En definitiva, el nuevo presidente francés se ha propuesto poner parches a una situación insostenible queriendo atenuar los síntomas del mal que sufre la sociedad francesa –y la europea- pero sin remediar la enfermedad de la que provienen.
COMISION PERMANENTE DE LA JUNTA DE GOBIERNO DE CTC – SECRETARÍA DE COMUNICACIÓN