El gran embuste del liberalismo
09.09.08 En el número correspondiente al día 27 de agosto de La Gaceta de los Negocios aparece una entrevista al Presidente de la Asociación de Periodistas Liberales. Le preguntan:
-¿Y qué es eso de ser liberal?
A lo que contesta:
-Defender la libertad, afirmar la soberanía del individuo frente al Estado, y frente a las falacias del colectivismo, germen de corrupciones y privilegios.
Pues no es verdad. Rotundamente: es un embuste.
Ser liberal supone ciertamente la soberanía del hombre sobre todo. Pero la soberanía del hombre abstracto. No del hombre concreto que somos cada uno de nosotros.
Es soberanía supone el desconocimiento de toda instancia superior capaz de dictar leyes morales a los hombres. Supone el desconocimiento de Dios. Y como el hombre abstracto no se da en la realidad, son unos cuantos hombres concretos los que acceden al poder. Esos hombres son soberanos y hacen soberano al Estado por ellos configurado. Y el Estado, contrariamente a lo que afirma en entrevistado, es soberano sometiendo a los demás hombres a su tiranía. Esa es la realidad que se puede comprobar estudiando la historia de España de los dos últimos siglos y el modo cómo se ha implantado en nuestra patria el Estado liberal.
La Tradición que profesamos, defiende al hombre y a la sociedad. Ambas son obra de Dios, pues el hombre no existe sin sociedad. Por eso, aunque contrarios al colectivismo, combatimos el feroz individualismo del liberalismo. Porque es el liberalismo el verdadero germen de privilegios y de las corrupciones que de ellos nacen. Privilegios que se niegan sobre el papel. A los que no les viene bien tal nombre pues no se trata de unas leyes privadas que benefician a un grupo. Pero no se puede negar la existencia de determinados grupos que gozan de ventajas, de las que carece el común de los mortales, a la hora de comprar, vender o emprender actividades industriales.
La aparición de colectivismos con sus falacias y corrupciones, fue una consecuencia de la realidad de la aplicación del liberalismo. Una reacción de quienes habían sido sometidos a algo muy parecido a la esclavitud por quienes venían predicando la soberanía del hombre frente a Dios. Que no nos vengan ahora proponiendo como remedio a un mal, lo que fue causa del mismo mal.
Carlos Ibáñez Quintana