A las ubres de la vaca
15.12.09. Publica la prensa bilbaína una interesante relación de lo que perciben los alcaldes de la Provincia. No están comprendidos todos pues figuran sesenta y dos ayuntamientos cuando en el conjunto del Señorío se acercan al centenar.
De esos sesenta y dos hay veintiséis que cobran más de 48.500 € anuales. Son los municipios de mayor número de habitantes. El de Bilbao llega a los 104.782 €. Son cantidades que, indudablemente, se justifican por una dedicación al cargo a jornada entera, de modo que el alcalde en cuestión no ejerce otro trabajo.
Nuestra objeción nace de que en la empresa privada, un sueldo de esa importancia se paga a quien justifica una titulación y unos conocimientos prácticos determinados, indispensables para ejercer un trabajo. En la política municipal se los pagamos a unos señores que no han demostrado nada más que el ser del agrado del partido en cuestión. En la Rusia comunista, el Partido elegía de entre sus miembros a quienes destinaba a ejercer cargos públicos y recibían una formación de nivel universitario. Por la manera en que aquí son elegidos los cargos municipales, es indudable que ninguno de ellos está preparado para desempeñar un cargo al que corresponda tal sueldo. Siempre hay excepciones y de hecho se da el caso que personas con estudios universitarios, después de ejercer en varias legislaturas desempeñan el cargo con total competencia.
Nuestro comentario de hoy es que, si en los ayuntamientos son necesarias personas que dediquen la jornada entera a su función, no deben ser designadas mediante una elección popular. Actualmente los Secretarios y los Interventores de Fondos, pertenecen a cuerpos en los que se ingresa por oposición. Si en el ayuntamiento tienen que haber más funcionarios fijos, asígnenselos y que sean ellos los que cobren esas cantidades. Los elegidos, como representantes de la ciudadanía, tienen que ejercer una función supervisora sobre la actuación de los profesionales. No necesitan pasarse todo el día en el ayuntamiento. Ni cobrar las cantidades que se llevan.
En doce ayuntamientos más los alcaldes perciben cantidades mucho menores, que van de 900 a 24.000 €, con las cuales no pueden vivir, por lo cual es seguro que tienen otra fuente de ingresos. Sin meternos en detalles, podemos decir que algunos exageran en lo que cobran y otros son muy moderados.
Es éste un problema a resolver para el que no podemos dar soluciones concretas. La vida municipal se ha hecho más compleja. Especialmente en los municipios de mucha población No podemos proponer con carácter general, como soluciones concretas, los sistemas anteriores al liberalismo. Nuestros tratadistas de Derecho Administrativo tienen que estudiar el problema y proponer soluciones que eviten que cargos que han de ser desempeñados por profesionales, sean cubiertos por elección popular a través de listas cerradas de partidos políticos.
Cierto es que hay ayuntamientos de corto número de vecinos, generalmente de carácter rural, en los que el espíritu tradicional que mencionamos está vivo y los modos antiguos se aplican hoy con poca variación. En Vizcaya se dan ejemplos dignos de imitación. En veintidós ayuntamientos no se cobran sueldos sino percepciones son menores que se justifican como dietas y gastos. De alguna manera pervive la Tradición. El alcalde de Cortézubi declara en el mismo diario percibir 500E al año y declara que el cargo le cuesta dinero. Le creemos. Otro alcalde sólo cobra gastos y tres más no perciben nada. Entre éstos figura el de Sestao, socialista, importante localidad de la margen izquierda, único entre los de su comarca que no cobra.
En muchos pueblos se critica las abusivas cantidades que perciben los ediles. En ningún caso anunciaron en la campaña electoral su intención de asignarse sueldo y el montante del mismo. Las finanzas municipales están sobrecargadas por los sueldos. Luego los ayuntamientos carecen de fondos para atender los pagos a las empresas. De sobra es conocido que muchas, pequeñas y medianas, han quebrado como consecuencia de tales retrasos. La crisis que padecemos se ha agravado por la alegría con que los munícipes se han asignado eso sueldos, exorbitantes en muchos casos.
Para muchos, nos atrevemos a decir que la generalidad, acceder un cargo es como chupar de la ubre de una vaca. Pero mientras lo ganaderos saben que la producción láctea de los animales tiene un límite, nuestros políticos no lo toman en consideración. Por eso su avidez nos ha conducido a esta situación lamentable. Ya veremos cómo salimos de ella.
Carlos Ibáñez Quintana.