El expolio de España (I)
04.12.09. Lo mismo en la prensa diaria, que en revistas, que en libros, se viene hablando del despilfarro de nuestros gobernantes y de los inmensos beneficios económicos que obtienen de su actuación política.
A los carlistas esto no nos coge de sorpresa. Cuando se inició el cambio político comenté con el difunto Ignacio Orbe: “Y ahora que la Iglesia no tiene bienes que puedan ser desamortizados ¿dónde meterán mano para enriquecerse? ““Ya encontrarán”- me contestó.
Y han encontrado a juzgar por lo que se dice, escribe y nos afecta a todos y cada uno de nosotros.
No es demagogia ni fanatismo si decimos que los liberales hicieron la revolución para enriquecerse. Entre ellos los hubo que actuaron por puro idealismo. Pero la inmensa mayoría, sin la cual la revolución no habría sido posible, se movieron por el robo.
Prescindamos de la desamortización, sobre la cual se ha escrito pero no lo bastante y sus consecuencias hoy no son conocidas por la inmensa mayoría de los españoles. Dicen que Luis Felipe, representante en Francia de la monarquía liberal, dio la consigna: “enriqueceos”.
A principios del pasado siglo un crítico con el sistema imperante, aunque no era carlista, llamaba la atención sobre el hecho de que el liberalismo había cedido al pueblo la soberanía, pero había centralizado la hacienda. Había concedido al pueblo un caramelo sin azúcar ni esencia para que se contestase. Pero lo que vale, el dinero, lo había agarrado con mano firme, para que los gobernantes de turno tuvieran dónde coger. Se robaba; si no, no se comprende el que los votos de comprasen con dinero. Treinta duros de plata se pagaron en Orduña hacia 1915 por el voto. Se robaba, con discreción y elegancia. De alguna manera los recuperaría el electo.
Pero la igualdad es otro de los principios liberales. Ya San Agustín decía: “quod iste et isti, cur non ego?” (Lo que ha hecho éste y han hecho estos ¿por qué no yo?). San Agustín se refería a la santidad que otros habían alcanzado. Los de ahora a la riqueza que otros han arramblado
Sacan de los sitios más inesperados. Otro día nos ocuparemos de las tramas urbanísticas. Hoy nos referiremos a los sueldos que se asignan lo mismo en los cargos políticos que en las empresas que crean.
El Correo Español de Bilbao, ha publicado una artículo, el 28-11-09, en el que nos dice que los altos cargos del Gobierno de Ibarretxe, cobraron 2,5 millones de € al irse. Detalla los sueldos de cada uno.
Que el Lehendakari haya percibido 8.785 € es algo por lo que no vamos a escandalizarnos. Pero el Subdirector General de Innovación de Spri, se ha llevado 285.000€. Y ahi sí hemos de detenernos. SPRI , es una sociedad para fomentar la innovación tecnológica. A nuestro juicio se trata de un puesto independiente de la ideología política. Si el cargo lo desempeñaba por sus conocimientos técnicos ¿por qué ha de cesar con el cambio político?. ¿O es que el puesto se lo habían dado “a dedo” por su carnet? Eso es lo que hace sospechar su cese. Y esas cantidades astronómicas, ¿cómo se justifican?
El periódico presenta un gráfico en el que a veces agrupa varios cargos, indicando su percepción media, y otras veces lo hace individualmente.
En conjunto hay cuarenta y siete menciones. Diez y siete de ellas corresponden a cargos claramente políticos. Una mención corresponde a cuarenta y cinco asesores del gobierno, otra a veintinueve viceconsejeros y otra a ciento cinco directores. ¿Pero hacen falta tantos? ¿Es esa la administración austera que prometían los nacionalistas cuando estaban lejos del poder y que los amantes de la tradición vasca esperábamos.
Cuatro corresponden a cargos de la Radio y Televisión Vasca.
El mayor número de menciones, veinticinco, son cargos que no tienen por qué ser políticos. Corresponden a directivos de empresas que fomentan la innovación industrial, de polígonos industriales y de parques tecnológicos. Y aquí valen los comentario expuestos más arriba.
Total que se llevan más de cuatrocientos millones de pesetas. Y luego dicen los defensores de éste sistema que la democcracia permite los cambios de gobierno sin traumas. ¿Acaso no es un trauma el que este cambio nos haya costado la mencionada cantidad?
Este sistema político fomenta el latrocinio por varias razones:
1. Asigna al Estado o a la Administración muchas funciones que corresponden a la sociedad.
2. Los impuestos no los aprueban quienes han de pagarlos, como siempre ha defendido el Carlismo, sino quienes han de disfrutarlos.
3. Es inmoral a todas luces la manera con que, una vez elegidos, se asignan sueldos, dietas y beneficios de cese y jubilación. En tales votaciones hay siempre unanimidad. Todos nos escandalizamos protestamos. Pero nuestras voces no llegan al gran público.
Consecuencia: muchas funciones que justifican la acumulación de riquezas y facilidades para que pasen al bolsillo de quienes se mueven en su proximidad. La sociedad no puede controlar a quienes gobiernan. Tal función corresponde a los partidos políticos integrados por los que se lo llevan. Para ellos no hay crisis.
C.I.Q.