CTC Reino de Valencia. Aplec carlista en Morella
viernes 27 de septiembre del 2013
Sin duda el plato fuerte del fin de semana fue el Aplech para homenajear al general Ramón Cabrera. A las 11:00 horas, más de ciento cincuenta carlistas de toda España (sobre todo valencianos, pero también importante representación de catalanes, castellanos y navarros), precedidos de la valenciana banda de cornetas y tambores del requeté, llevaron a cabo un impresionante pasacalle desde la puerta de san Miguel, precedidos por las banderas española, valenciana y de la Cruz de san Andrés, y una corona de flores portada por dos margaritas. Ascendiendo por las empinadas y hermosas calles de Morella, los carlistas (entre los que no faltaban muchas banderas, incluyendo una que reproducía el estandarte de combate del ejército del Maestrazgo) hemos recibido la atención, interés, aliento e incluso aplausos de los habitantes y turistas de la villa. Tras entrar en el castillo, se ha ascendido hasta la escultura ecuestre del general, donde ha tenido lugar la ofrenda de la corona de laurel al invicto comandante de las tropas legitimistas de Murcia, Valencia y Bajo Aragón durante la guerra de los Siete años. El delegado local de CTC, José Antonio Querol, ha dirigido una encendida arenga, dando las gracias a todos los visitantes y rogando a Dios porque el pueblo de Morella, antaño mayoritariamente carlista, volviese a hacer honor a sus antepasados. A continuación, el presidente regional, Jesús Blasco, ha leído una breve semblanza de las hazañas del general. La banda ha interpretado el toque de silencio, la pieza “la muerte no es el final” en homenaje a todos los mártires caídos en el Maestrazgo y el himno de España; el acto ha finalizado con un estruendoso Oriamendi cantado a capela por cien gargantas carlistas que ha resonado en las piedras del milenario castillo.
A continuación los asistentes han bajado de nuevo para asistir a misa en la capilla de la Virgen de los Dolores de la impresionante y hermosa basílica arciprestal de la ciudad. Allí, enmarcado entre los tres abanderados (que han abatido los guiones durante la consagración, como es preceptivo) el retor ha animado a conservar las convicciones sólidamente ancladas en las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia, sin descuidar la misericordia manifestada por Dios que los cristianos hemos de imitar.
Comienzo de la procesión cívica por las calles de Morella
Seguidamente todos los presentes, encabezados por la banda de cornetas y tambores del requeté, se han dirigido al hotel, donde ha tenido lugar la exquisita y animadísima comida de confraternización, magníficamente servida por nuestros anfitriones. A los cafés, se ha procedido al acto de homenaje a don Alberto Adán, durante muchos años presidente de la junta provincial de Castellón, actualmente de avanzada edad y delicado estado de salud. El actual presidente provincial, don Vicente Porcar, ha hecho la glosa de su biografía, plenamente dedicada a Dios, su familia y el carlismo, donde ha sido adalid e historia viva en los últimos 50 años. En nombre de la Junta provincial ha hecho entrega de la placa conmemorativa por la cual se le nombra presidente de honor de dicha junta, con los presidentes de las juntas regionales de Valencia y Navarra, y la nacional de testigos, entre grandes aplausos. Se ha rogado por el restablecimiento de su salud.
Subiendo hacia el castillo
Por último, han tenido lugar los parlamentos. El presidente provincial, el señor Porcar, ha agradecido al delegado local la magnífica organización de los actos del fin de semana, y a alentado a todos a participar más activamente en el trabajo de la Tradición. Don José Miguel Orts, consejero nacional por Valencia, ha llevado a cabo una encendida alocución, apelando a sus muchos años de permanencia en el carlismo, animando a buscar la reanudación de relaciones con la dinastía legítima, abandonadas tras la defección del titular llamado a ocupar la corona legítima de las Españas, aprovechando que una nueva generación de carlistas ve las cosas de otra manera, y pidiendo que cualquier acontecimiento en ese sentido no soprenda a los carlistas perdidos en evocaciones, sino trabajando activamente por la Causa. Don Jesús Blasco, presidente de la junta regional del Reino de Valencia, hizo una alocución que ha sido todo un repaso a los principios firmes del carlismo, y de la organización de la actividad tradicionalista, invitando a todos a incorporarse, aprovechando la ilusión que generan actos como los de este fin de semana. Don Javier Garisoain, secretario de la junta nacional, en un encendido discurso, ha rogado, en la línea de los anteriores, que la llama de confraternización y entusiasmo que encienden los encuentros carlistas no muera a su término, y que todos los presentes debían llevar el mensaje del trilema a una sociedad que lo necesita porque, en sus palabras “nosotros podemos salvar a España, aunque parezca arrogante o increíble”, llevando el mensaje de la tradición política a una España que lo ha olvidado y se halla inmersa en una terrible crisis por ese motivo. Por último, doña María Cuervo-Arango, presidente de la Junta nacional, ha dirigido unas palabras de afecto y agradecimiento a todos los organizadores, y ha dirigido una oración de despedida. Los actos han concluido con un sentido canto del Oriamendi.
Un fin de semana de aprendizaje, un fin de semana de compañerismo, un fin de semana de devoción, un fin de semana de familias, un fin de semana de afectos, un fin de semana de ardor, un fin de semana de principios, un fin de semana de orgullo por nuestra historia, un fin de semana de Tradición. Un fin de semana, en fin, de carlismo.
Morella, bastión de la Tradición española, los carlistas siempre te llevaremos en el corazón. Hasta la próxima.
Vídeo sobre los actos: http://www.youtube.com/watch?v=XhpsRWfJRjw
Discurso de don José Miguel Orts
En estos 3 años transcurridos desde que dejé la presidencia de la junta regional han pasado muchas cosas. No todas buenas. No todas malas. En nuestra sociedad, la gente se hartó de tantas mentiras, de tantos trapicheos y de esa falta de vergüenza institucionalizada que había en la época en que gobernaban los señores del puño y la rosa. Algunos. Pero como la cuestión no está en el cambio de partido, sino en el sistema, ocurrió que a la alternativa, llevada al poder por una mayoría de votos (es decir, legitimada “democráticamente”), como realmente le falta la verdadera legitimidad, o no ha sabido, o no ha podido, o no ha querido reparar averías, tapar fugas, pedir responsabilidades, meter a la gente en la cárcel. Y ¿por qué? Sencillamente, porque ellos mismos tampoco tenían, los que han venido como alternativa, autoridad moral, porque también estaban implicados. Y así pasa lo que está pasando ahora: un clima de desmoralización general de la sociedad, sin saber a dónde vamos, y creyendo que lo que se juzga es la marca España.
Realmente, cuando los pueblos que forman España han perdido sus creencias comunes, han perdido la noción de servir para algo juntos, entonces sus peculiaridades diferenciales se elevan, digamos, a una situación exponencial. Y revienta la cosa. Tienden cada uno a marcharse por su lado, en un sentido parecido a lo que Menéndez y Pelayo, en su discurso en el brindis de su retiro, venía a decir: “España solamente se mantiene unida gracias a una conciencia de empresa común basada en la fe”.
Discurso de José Miguel Orts
Esa misión es la que, en principio, tiene que estar reservada al carlismo. No en plan exclusiva, ni mucho menos. Porque la Tradición no es nuestra. Nosotros somos de la Tradición. Nosotros somos la Tradición. Por lo tanto, nosotros no somos poseedores de la Verdad, sino que somos testigos de la Verdad. Somos testigos de la Verdad en tanto en cuanto demos ejemplo.
Para ello tenemos que ver que es lo que nos ha arruinado, y que es lo que nos puede resucitar. Lo que nos arruinó un día, como cuerpo social, es caer en la tentación del mimetismo; querer ser como los demás, como los que son mayoría, como los que triunfan. Y eso nos hizo caer en una situación semejante a la que estamos hablando ahora de España. Pero, gracias a que por el esfuerzo de un grupo, no muy numeroso, pero sí muy activo, de personas, se reconstituyó en el año 1986 la Comunión Tradicionalista Carlista, se ha podido, de alguna manera, salvar, al menos, una semilla de lo que será el carlismo y de lo que fue el carlismo. Quiero, aprovechando que está entre nosotros Patxi Asín, darle las gracias, como representante del grupo que en el año 86 llevó a los diferentes fragmentos del cuerpo social del carlismo a la unidad en la Comunión Tradicionalista Carlista; quiero darle las gracias a él y con él a otros que no están con nosotros, como Domingo Fal. A Carlos Ibáñez, que está con nosotros, a Miguel Garisoain, Pepe Monzonís. Y los que no nombre por no hacer la cosa más larga. Gracias por aquel esfuerzo que ha hecho posible que se salvara, por lo menos, lo esencial. Y que al menos, a falta de persona física en torno a la cual nos pudiéramos aglutinar, nos hemos aglutinado en torno a los principios. Aunque al retrato de nuestro rey legítimo le falta la foto. La foto que nos falta, después hablaremos de ella. Hemos mantenido la teoría de que nuestra monarquía foral, nuestra monarquía federativa, es la aportación nuestra a esa vertebración de España que haga posible que España sobreviva a esta crisis y que podamos los españoles convivir bajo el mismo techo, aunque hablemos diferentes lenguas, aunque tengamos diferentes ideas. Entonces esta es la monarquía del pluralismo, pero sin dejar de ser España.
Tampoco podemos eternizar la teoría. En el año 86 se abrió un paréntesis, que gracias a esa anormalidad de mantener al carlismo con un rey de papel, un rey de teoría, nos ha mantenido unidos. Nos unimos entonces carlistas de diferentes adscripciones y dejamos aparcado lo que a lo mejor, en otras circunstancias, podríamos retomar. Las circunstancias han cambiado, o están cambiando. Están cambiando, pero las circunstancias no cambian solas, cambian gracias a nuestro esfuerzo. Entonces, se están produciendo unos esfuerzos de recomposición del cuerpo social del carlismo, para que la Comunión Tradicionalista Carlista, que es una casa con muchas puertas y muchas ventanas abiertas. Muy aireada, muy oxigenada, puertas abiertas para entrar, puertas abiertas para salir. A dónde a la gente se le tiene que agradecer, como a Cabrera, los servicios prestados, hasta que deja de prestarlos.
Corona de laurel para el invicto general
De esta manera, algo se está moviendo, y tengo que agradecer a María Cuervo-Arango, que está ejerciendo un papel muy delicado, muy delicado de representar lo que podía ser la sombra de lo que podría ser nuestro abanderado, porque es como jefe delegada, pero que la delegación, en lugar de haberla recibido por arriba, la ha recibido por abajo. Y hay que agradecérselo. Y hemos de agradecer, en cada uno de nuestros congresos, se produce una situación de cierta angustia colectiva porque no hay lucha por el poder, sino lucha por escapar de que a uno le den cargos. Entonces, es cuestión de cazar “a lazo” a nuestros dirigentes, porque así nadie va a tener “sobres” al estilo de Bárcenas y compañía. Y nadie va a tener un poder más allá de su conciencia personal. Por lo tanto es muy difícil esta situación. Y hay que agradecer, pues, a los que dirigen la Comunión, su testimonio, su presencia y su esfuerzo.
En estas circunstancias que están cambiando, se ha producido, este cambio implica, sobre todo, un relevo generacional. Este cambio se está produciendo aquí. Yo estoy ilusionadísimo, contentísimo, de ver nuestra gente joven, nuestra maravillosa gente joven, que se está metiendo- ojo, os lo aviso- en una aventura, que es el carlismo, que os va a marcar a fuego. Y no os vais a poder deshacer de él jamás en la vida. Porque eso me pasó ahí a primeros de los 60 cuando me fui a Malleru, en Navarra, y me encontré con que habían mandado a los hijos de la casa donde llegábamos nosotros, los de Valencia, al pajar, para que nosotros pudiéramos dormir allí. Y después nos encontramos con aquellos famosos tazones de leche recién ordeñada. Y luego, metiéndonos, todos juntos, los no sé cuantos mil que eramos allí arriba, en Montejurra, y oír un grito de “vivan los curas que aún creen en Dios”. Pues entre aquello y ver como funcionaba una familia real que se notaba que era legítima, con un pueblo legítimo también, todos juntos en unión, buscando entonces la salvación de España. Y entonces, de aquella convicción, se me quedaron en el alma unas cicatrices que jamás he podido ni disimular, ni intentar disimular.
Os lo digo eso porque vais a saber lo que es bueno, lo que es entregarse a la causa más noble del mundo, pero que os hará sufrir mucho, como cuando os enamoréis. El amor tiene, sobre todo, su aspecto de lágrima, su aspecto de frustración, su aspecto de exclusividad, etcétera, etcétera, que es lo que le da salsa a la cosa. No es todo azúcar. Y tampoco esto lo es.
Para ponerle retrato al marco que tenemos de la foto, y buscando en esa familia real legítima, que también se ha producido un relevo generacional, con lo cual se encuentra en el mismo camino, por parte del pueblo- gente ya sin resquemores, sin heridas, sin malas experiencias como las que hemos tenido nosotros. Y por otra parte, gente de la familia real que se da cuenta de los errores, que se da cuenta de los malos pasos, pero en que vamos a mirar todos, ellos y nosotros, cara al futuro. Sin mirar atrás, sin echarnos en cara nada. Entonces también, esas mismas personas, que hicieron posible la unidad del año 86, van a hacer posible otra unidad, superior, y que haga salir de casa a un montón de carlistas potenciales que no saben ni siquiera que lo son. Entonces, yo solamente os digo que nuestro boletín “Reino de Valencia” que sale en plan un poquito de acta notarial de algunas cosas que, si nosotros no lo publicáramos, no lo publicaría nadie. Lo siento, “AHORA Información”; lo siento, junta de gobierno; lo siento, Comunión Tradicionalista Carlista oficial, pero nosotros somos un poco díscolos. Lo comprendo que a veces “rasque”, pero si no lo dijésemos nosotros, habría cosas que no estarían impresas.
De esas cosas impresas, yo solamente voy a leer dos. Una, que apareció en el boletín 78, fechada el 10 de julio de 2012. Carta al Alcalde de La Carolina.
“La victoria de Las Navas de Tolosa fue el exponente de la unidad de los reinos cristianos de España frente al peligro almohade. Como descendiente de aquellos reyes caudillos felicito al Señor Alcalde de La Carolina, alma de la conmemoración, a cuyos actos me uno espiritualmente. Carlos Javier de Borbón, Duque de Madrid”.
9 de marzo de 2013. Al pueblo carlista reunido en Bocairente. “Hoy, fiesta de los Mártires de la Tradición, instituida por mi antecesor Don Carlos VII en el día del aniversario del iniciador de la Dinastía Carlista, no quiero que os falte el testimonio de mi recuerdo, mi homenaje y mi cariño a cuantos lucharon, sufrieron y murieron por la Causa, así como a los que seguís en la brecha trabajando por los mismos principios. Carlos Javier”.
Ojalá estos indicios, que solamente son indicios, cuajen en hechos. Queda largo trecho por recorrer. El “jardinero del carlismo”, como se acertó a llamarse el firmante de estos textos, en su reciente reunión con los jóvenes en Madrid, tiene mucho que podar, tiene mucho que sembrar y sobre todo, tiene que salir, de una puñetera vez, de la placenta política y cortar cordones umbilicales con un pasado no recordable. Mientras tanto, para que cuando venga el rey nos encuentre en situación de revista, para que podamos ofrecerle a él y a España lo que se merece, la Comunión tiene que estar más fuerte que nunca, más unida que nunca. Por lo tanto, gracias por vuestra presencia que la hace más fuerte y que a mí, personalmente, me llena de ilusión. Dios os pague vuestra entrega, porque de otros no podemos esperar recompensa.
Junto a la estatua
Discurso de don Jesús Blasco
Hoy es un día muy especial porque gracias al esfuerzo de muchas personas hemos conseguido estar aquí reunidos, así que por la parte que me toca debo dar las gracias,
En primer lugar a José Antonio Querol y a la Junta Provincial de Castellón presidida por Vicente Porcar, sin cuyo esfuerzo y dedicación no hubiera sido posible ni la celebración del Foro Alfonso Carlos I ni los actos de hoy en Morella.
Dar las gracias a los círculos, San Miguel de Liria, Domingo Forcadell de Alicante, y Aparisi y Guijarro de Valencia por su colaboración directa o indirecta para la celebración de estos actos.
Agradecer a la Junta Nacional de la CTC la confianza puesta en los carlistas del Reino de Valencia para dichas celebraciones. Ha sido todo un reto que gracias a Dios se ha llevado a buen fin con esfuerzo y entrega.
Queridos Carlistas, estos trabajos de organización son los que ponen a prueba la valía y la eficacia de unos hombres que tienen fe en sus ideales, dejando a un lado diferencias y cuestiones personales y anteponiendo a todo ello, el interés de la Causa y de la Patria. El Carlismo necesita tener más presencia política en la sociedad española y para ello son necesarias tres cosas disciplina, esfuerzo y contribución a las arcas de la Causa.
Hoy, el Carlismo tiene un reto histórico que alcanzar, cual es, hacer llegar a la sociedad española el mensaje de sus ideales encuadrados en el Carlismo Tradicionalista que es el único antídoto contra este sistema liberal-socialista, corrupto, anticristiano y antiespañol. Nosotros no somos como los partidos al uso que anteponen sus intereses personales y ambición de poder, a los intereses del pueblo español. Por eso no creemos en este sistema partitocrático. El Carlismo, siempre ha luchado por la justicia social y por el bien común de todos los españoles, sin distinción. Además el Carlismo reconoce la máxima autoridad de Dios que es quien nos muestra como se ha de poner orden en una sociedad, victima de la revolución y el caos.
Decía Aparisi y Guijarro en 1872: “En esta sociedad todas las verdades se adulteran y se falsean todas las instituciones. A lo bueno se le llama malo, a la Religión fanatismo, libertad a la servidumbre. Independencia para ellos, significa dejar de ser criados de una nación, para constituirse en esclavos de otra. Representación nacional para ellos, es representación, si, pero de las pasiones de un partido o partidos que o por leyes viciosas, o por corrupción, o por violencia, han hecho enmudecer a una gran nación como es España. En esta sociedad, cuantas más leyes, habrá más corrupción, cuanto más se dilaten las formas políticas, más desenfreno y cuanta más publicidad menos vergüenza.”
Hasta aquí sus palabras, pero 141 años después la podredumbre permanece y se reinventa a si misma.
Para romper cualquier orden establecido, la revolución liberal-socialista, apela siempre a la libertad, pero recurre al libertinaje. Avasalla y prende fuego a todo lo que le estorba y entra a saco en los hogares a través de los medios de comunicación a su servicio. Después establece un aparente nuevo orden ”desordenado”, para que el pueblo, más empobrecido que antes, intente organizarse de nuevo tras costosos sacrificios y grandes esfuerzos.
La revolución aprovecha el desorden reinante (hoy lo llamamos crisis), para abusar y someter a los pueblos con la excusa de una falsa libertad democrática. Por eso cada día los pobres son más pobres y los ricos son más ricos. Esa es su “democracia”.
¿Como combatir esa lacra y sobre todo como reeducar a ese pueblo? Pues bien, solo con disciplina y desde la Fe, podremos reconducir la situación, con la seguridad de abrir una profunda brecha en su frente de ataque. Con la Fe encontraremos continuamente nuevos argumentos en los que reforzar nuestras convicciones y con la disciplina conseguiremos un orden de trabajo que nos proporcionará mayores posibilidades de victoria.
¿Por qué precisamente la religión Católica es desterrada como religión oficial en los estados modernos? Pues precisamente porque si se acatara como tal para determinar la justicia social de los pueblos, estos tendrían que aceptar al tradicionalismo como solución política y entonces no podrían gobernar a su libre albedrío con todos sus ídolos de barro, políticos y financieros. Desde estas premisas nos hemos de plantear la lucha política contra un sistema que han fabricado a su medida.
En estos 38 años, han conseguido pervertir todos los poderes públicos y medios de comunicación así como beneficiarse personalmente del sistema corrupto que ellos mismos se dieron. Desde unas instituciones corrompidas, incluida la Jefatura del Estado, han utilizado todos los medios a su alcance, Leyes, Banca, Prensa, Radio y TV para convertir a España en un erial y a los españoles en víctimas, sorprendidas y atrapadas por el sistema.
Ya se cuidaron muy mucho de no incluir en su constitución entre otras cosas, el mandato imperativo, para que nunca nadie les exigiera ningún tipo de responsabilidad política, ni tampoco aceptaron listas abiertas con auténtica representación social que devolviera el protagonismo al pueblo y no la mascarada de los partidos políticos, que tan solo se representan a si mismos.
España está en una de las más terribles encrucijadas de su historia. Con miles de asesinatos provocados por la ley criminal del aborto, con un ataque frontal a la familia, con millones de españoles sin trabajo, ni perspectivas de obtenerlo, con un humillante despilfarro desde los estados central y autonómicos, con una ultrajante y usurera banca que continúa ganando dinero y negándole el pan y la sal a los pequeños y medianos empresarios y a las familias, con un claro ataque a la unidad de la Patria desde los separatismos nacionalistas que se aprovechan de la debilidad del estado para romperlo en pedazos y con un pueblo indolente y apático metido en casa, emboscado en el mal menor, desorientado e incapaz de reaccionar ante tan grave situación.
Pocas veces en la historia, el Carlismo y la Tradición han tenido la ocasión tan clara como hoy, para ofrecer a los españoles, una nueva semilla de justicia social, de libertad cristiana y de esperanza.
La historia nos lo demanda.
En estos tiempos en los que la revolución hunde en la miseria al pueblo español y enfrenta a diario a las familias, a los municipios, y a las regiones, potenciando la desigualdad y los separatismos para romper las tradiciones, la historia y la unidad de los pueblos de España, los carlistas proclamamos y exigimos Fueros para todos.
Los inventos políticos que las democracias al uso propugnan como fantásticos, sus programas de gobierno basados en proyectos irrealizables de origen laico y sin supeditación a ningún orden moral, no funcionan. Porque en cuanto alcanzan el poder los incumplen y sucumben hundiendo en la miseria y en el enfrentamiento a los pueblos. Por ello el Carlismo tiene una solución o mejor dicho una garantía para que ese orden social justo y deseable sea perdurable.
Esa garantía se llama Fueros, que son pactos entre el pueblo y el estado, aceptados libremente y por unanimidad con el fin de controlar los abusos del poder establecido. Pero Fueros, para todos los Reinos, Señoríos y Principados de España. No queremos falsos reinos de taifas.
Porque cuando el Carlismo postula Fueros, está proclamando su compromiso de sustituir las construcciones políticas inhumanas, antinaturales y anti históricas del liberalismo y del totalitarismo socialista, por la expresa consecuencia social del auténtico humanismo cristiano. Los Fueros son el mejor cauce legal para proteger y garantizar las libertades y los derechos naturales de los pueblos de España.
Y desde luego son el mejor antídoto contra las aspiraciones desintegradoras de los separatismos nacionalistas, anulando su acción destructora.
Porque, quien busca el orden justo, nada tiene de extraño que se le resuelvan todos los problemas al mismo tiempo, los de orden social, los de orden político y los de orden económico.
Por todo ello el Carlismo debe estar presente cada día más en la lucha política y demostrar con hechos, sus principios. Hoy es tiempo de hacer política aplicando en esa empresa los ideales, la fuerza y el valor, que animaron a los carlistas en tantas batallas. Hay que luchar políticamente contra el sistema. Si hemos de ir contracorriente, vayamos, si hemos de ser políticamente incorrectos, seámoslo, pero desde luego lo que no podemos hacer es quedarnos cruzados de brazos.
Los Carlistas siempre defendimos a los españoles en el campo, en las fábricas, en las universidades, y en las instituciones. Todos estos, son lugares que no nos son ajenos. Siempre tuvimos representación política en las Cortes españolas y en principio, ahí es donde debemos conseguir llegar, para plantar batalla política a tanto sinvergüenza y a tanta corrupción moral, económica y política.
Para ello hemos de saber transmitir nuestro pensamiento a quienes desconfían de todo lo que representan los actuales partidos.
La Fe imprime carácter, y el pueblo español siempre supo hacer gala de ese espíritu y de esa gran personalidad que se ha ido forjando a través de los tiempos y que hoy se ve únicamente representado en la Comunión Tradicionalista Carlista. Ese espíritu es el que da sentido a nuestra existencia y a nuestra lucha.
Ha sido mucha la sangre derramada como para que ahora nos quedemos quietos o volvamos la mirada hacia otro lado. De nosotros depende lo que queramos hacer y hasta donde queremos llegar. En el camino encontraremos gente que querrá venir con nosotros y hemos de estar preparados para recibirles. Pero no os equivoquéis porque nadie podrá hacernos el trabajo. El trabajo y el sacrificio es exclusivamente nuestro.
Ahora bien, si lo que queremos es vivir de los recuerdos, vernos representados en los museos, o simplemente escenificados en la historia de algunos pueblos de España como simples souvenirs para los turistas, por muy respetable que esto sea, eso ya es otra cosa y desde luego mucho más cómoda y menos comprometida.
Insisto, de nosotros depende a donde queramos llegar.
Como se ha dicho esta mañana ante la estatua del General Cabrera, reconocemos nuestra historia y la asumimos con sus aciertos y con sus errores. Por ello miramos al futuro con la misma ilusión y esperanza de siempre.
Queridos Carlistas, NO NOS DEJEMOS ROBAR LA ESPERANZA, NI NOS ROBEMOS ENTRE NOSOTROS LA ESPERANZA, más aún, HAGÁMONOS TODOS PORTADORES DE ESPERANZA, porque España es sanable y porque nuestros Reyes Legítimos siempre nos animaron a seguir adelante con tesón y con ahínco, porque España vale la pena, porque España y los españoles se lo merecen.
La Historia nos demuestra que ello es posible, el Carlismo, los carlistas siempre estuvimos allí donde España nos necesitó y hoy desde Morella, desde el Reino de Valencia, le decimos al pueblo español que aquí está el Carlismo, que aquí estamos los carlistas, dispuestos una vez más a dar la cara y a enfrentarnos a quienes están destruyendo la Patria.
Viva Cristo Rey, Viva España, Viva el Rey Legítimo
Discurso de don Javier Garisoain
Hoy es un día de fiesta. Aquí estamos comiendo, entre amigos, pasándolo bien. Al hacer esta mañana nuestra entrada triunfal en esta ciudad de Morella, con la banda de cornetas y tambores de La Llosa de Ranes, uno podía dejar volar la imaginación y tratar de evocar lo que debió ser la visita de la Expedición Real de Carlos V cuando hiciera escala en Morella. Pero levantando un poco más allá la vista sobre estas calles pintorescas se ve piedra, mucha piedra, se ven muros, almenas, torres, aspilleras… se ve sufrimiento, dolor, sangre, sacrificio. Por eso para nosotros estar hoy aquí es un honor, pero también es una exigencia. Una exigencia grande.
Quisiera expresar esa exigencia con unos términos que suenan a pasados de moda, a cosa exagerada, pero que tienen mucho de verdad: la exigencia que tenemos delante es nada más y nada menos que salvar a España. Si. Salvar a España. Pero no estamos locos, cuando digo que nuestra misión es salvar a España ya se que no podemos salvarla ni nosotros solos, ni salvarla entera aquí y ahora. Salvar a España es el ideal y en la medida que podamos tenemos el deber de aspirar a su cumplimiento. Haremos lo que esté en nuestras manos. Tampoco don Pelayo salvó a España entera. Pero a veces lo importante es la chispa que empieza un incendio. Y el Carlismo ha de ser esa chispa, ese punto de referencia que sirva de apoyo para otros muchos.
¿Y de qué hemos de salvar a España?
En primer lugar hay que salvarla del CATOLICISMO LIBERAL que es esa especie de apatía, de incongruencia, de contaminación de tantos hermanos nuestros católicos que ni comen ni dejan comer. Que dejan su religión en la sacristía o en el templo pero que en la vida pública se limitan a decir: “la ley es la ley”. Una forma de entender la vida política que lo aguanta todo, porque el malminorismo no tiene fin. Que es capaz de vivir como si nada mientras, por ejemplo, las leyes han rebajado el matrimonio cristiano a la altura rastrera de una unión aberrosexual. ¿Y no pasa nada?
Hay que salvar también a España de la TIRANÍA. Los españoles viven hoy asfixiados, aplastados por códigos, leyes, reglamentos, inspecciones, impuestos… Cada español trabaja al menos hasta junio solo para poder pagar los impuestos del estado. Es verdad que con ellos se hacen carreteras. Pero también aeropuertos inútiles. Es verdad que se hacen hospitales. Pero también se alimenta una casta política corrupta que derrocha y derrocha. Y mientras tanto no se puede protestar, porque la realidad del sistema es lo contrario de lo que dice ser. No es una democracia porque la democracia es imposible. No es una monarquía porque eso es un teatro. Esto es una partitocracia, una tiranía a plazos, una dictadura socialista cada vez más dura.
Y hay que salvar a España, por último, de la PARTITOCRACIA, una casta política que es lo contrario de la Monarquía Tradicional, que impide la existencia de gobiernos que hagan las cosas pensando en el bien común, con la vista larga, haciendo las cosas a largo plazo. Todo lo hacen pensando en las próximas elecciones, y reparten las subvenciones para tener contentos a los amigos. No les importa el bien común y por eso están dispuestos a trocear España sin ponerle remedio. Lo mismo les da Gibraltar que Cataluña. Hay que salvar a España procurando la unidad en la diversidad. Tal como siempre lo entendió la política tradicionalista.
Entrega de la placa que nombra a don Alberto Adán presidente de honor de la junta provincial
Somos pues responsables de mucho. Lo somos de toda España. Porque ni renunciamos ni renunciaremos a esta idea de salvar a toda España. Pero somos en primer lugar responsables de los nuestros, de ese resto de familias cristianas, españolas, decentes, que viven huérfanas no solo de Rey, sino también de las estructuras políticas más básicas y más necesarias. No basta con sobrevivir a base de las burbujas espirituales que proporcionan los ambientes y movimientos religiosos. Es preciso que lo que queda del sano pueblo católico y español se organice, se estructure políticamente, y para ello se ofrece esta vieja Comunión Tradicionalista Carlista, porque nosotros llevamos la bandera y el germen de la España tradicional, de la España de siempre, porque no somos una ideología más en el mercado de las siglas, porque tenemos una historia limpia de servicios que ya la quisieran para si otros partidos.
Carlos VII dijo en su famoso testamento político “Vosotros podéis salvar a la Patria, como la salvasteis, con el Rey a la cabeza, de las hordas mahometanas y, huérfanos de Monarca, de las legiones napoleónicas.”
Yo esto me lo creo. Y os animo a que lo creáis firmemente. Y por eso cada día, por la mañana, os recomiendo que os miréis al espejo y os digáis a vosotros mismos: ¡voy a salvar a España! Lo conseguiremos si cumplimos cada uno con nuestro deber, con disciplina, con organización, y, como siempre os digo, que nadie deje estas grandes preguntas en el aire. Si no se sabe qué hacer, por dónde empezar, preguntadnos a cualquiera de los miembros de las juntas regionales o de Gobierno de la Comunión. Preguntadnos. Que trabajo no falta.
Gracias
Texto e imágenes tomados del Portal Avant carlistes.org y de http://javiergarisoain.blogspot.com.es/2013/09/lo-que-mas-o-menos-he-dicho-en-el-aplec.html