Manifiesto de la Liga Tradicionalista ante la crisis del COVID-19 en España
La Comunión Tradicionalista Carlista se adhiere al manifiesto Por la recuperación de España, publicado por la Liga Tradicionalista, con motivo de la crisis sanitaria, política y económica derivada de la pandemia del coronavirus COVID-19 en España.
El manifiesto, del que a continuación reproducimos algunos párrafos, puede leerse íntegramente en la web de la Liga Tradicionalista:
[…] El sistema partitocrático que sufrimos desde hace decenios nos despojó de nuestra identidad con engaños y promesas incumplidas; y nosotros, los españoles de bien, fuimos cediendo, ya de grado ya a la fuerza, y no supimos romper el silencio que desde el poder se impuso a la mayoría social. Pensábamos, quizá, que el juego político nos depararía algún día un gobierno que pusiera fin a un estado de cosas que no compartíamos. Sin embargo, el tiempo nos ha demostrado que el error no ha sido confiar en la llegada de posibles buenos gobiernos, sino que el mal procede del propio sistema partitocrático, que para poder sobrevivir necesita de la creación de divisiones artificiales y de la alimentación de grupos sociales y mediáticos que le garanticen un número suficiente de votos.
Por eso, ahora, son cada vez más los que desengañados descubren que se nos traicionó vilmente cuando se nos dijo que en la Constitución todos cabían, siendo la realidad que en la Constitución no cabemos los patriotas, ni los católicos, ni los padres de familia…, ni siquiera los hombres simplemente honrados. En fin, no cabemos los españoles de bien.
Así el independentismo, disgregador de la unidad nacional, ha ido avanzando paso a paso, silenciado por el poder político, hasta el borde de la consecución de su objetivo final: la ruptura de España; los católicos hemos tenido que soportar ya no solo la befa y el insulto a nuestra fe, sino que en muchos casos los ataques fueran realizados en obras supuestamente artísticas pagadas con nuestros impuestos, y, peor aún, hemos tenido que soportar, con grave afrenta para la integridad de nuestra Fe, la promoción pública y la tolerancia de falsas religiones como el Islam; a los padres de familia se les ha despojado de su obligación y de su derecho a formar a sus hijos, y han debido soportar, con gran dolor de su alma, la transformación de los centros escolares (aún los privados y concertados) de escuelas de virtud y de verdad, en meros comisariados políticos de difusión de ideologías criminales; y finalmente, los hombres honrados se han visto expulsados tanto de la vida política como de la gran vida social y económica, pues para pertenecer a las mismas debían transigir con la corrupción política y moral y con el pensamiento único impuestos desde las terminales del poder.
La actual situación que vivimos a consecuencia de la crisis sanitaria del Covid-19 ha llevado todos estos extremos maliciosos a su paroxismo. Se ha confinado a toda la población en clara vulneración del estatus jurídico que permite la declaración de un estado de alarma; se ha paralizado la vida económica sin un motivo claro; se ha iniciado la vía de la intervención económica con la apropiación, por la administración, de determinados productos (mascarillas, guantes, equipos de protección, etc.) y determinadas materias primas (alcohol, glicerina, etc.), resultando de tal apropiación el desabastecimiento de elementos necesarios para el combate de la pandemia; y finalmente hasta se han fijado precios máximos completamente imprudentes a determinados productos, lo que ha servido de rémora a su producción.
Pero la realidad de los males morales y materiales a los que se enfrenta España es mucho más profunda. Se puede adivinar en los mismos principios ideológicos de los partidos del Gobierno, así como en los anuncios que -a modo de globo sonda- van anticipando, y que no están encontrando una crítica firme en los partidos de la oposición. […]