Riqueza y Moral

Spread the love
image_print¡Imprime esta sección!

26.06.2006. En un artículo publicado en LA RAZÓN nos dice Faustino F. Álvarez, que un empresario, que fabrica el mejor queso de cabra del mundo, ha dicho en una entrevista periodística que le han hecho:

“Toda doctrina que pretenda resolver el problema de la pobreza por la vía moral es un fraude: el problema de la pobreza no se puede resolver más que creando riqueza”. Prosigue el autor del artículo periodístico que añade una cita de otro liberal, Hayek, que dice que “ningún hombre tiene derecho a que otro hombre deba necesariamente socorrerle”.

“Crear riqueza”. El único que tiene poder creador es Dios. Es cierto que se dice que han creado riqueza los que han conseguido reunir una fortuna, levantar una empresa etc. Los tales, proporcionan trabajo, medios de vida, a otros. En cierto modo, participan del poder creador de Dios.

No vemos la oportunidad de contraponer la moral a la creación de riqueza. El problema de la pobreza se resuelve creando riqueza. Pero la riqueza, para que lo sea de verdad, tiene que crearse por vía moral. Lo que se haga fuera de esa vía no pasa de ser un “pelotazo”, tan frecuente actualmente. Por eso calificamos de creadores de riqueza a quienes la han acumulado mediante el trabajo, por vía que suponemos moral. Nadie dice de un estraperlista, traficante de droga, tratante de blancas, “gangster”, etc. que es un creador de riqueza. Por grande que sea la que ha acumulado.

Las fortunas conseguidas de espalda a la moral son el resultado de apandar con la riqueza que han creado otros. Quienes las consiguen, o sus herederos en primera generación, son propensos a dilapidarlas de manera escandalosa. Tales fortunas no constituyen ningún bien para la sociedad ni para sus poseedores.

Asegura el periodista que el autor de la frase ha creado un imperio lácteo y que produce el mejor queso del mundo. Producir con calidad responde a un comportamiento moral. La moral debe estar presente en todos los actos del empresario. En la selección de las materias primas. En sus relaciones comerciales. En el proceso de fabricación. En la observancia de las normas de seguridad e higiene con su operarios. En el cumplimiento de los horarios. En la justa retribución. En la fijación de los precios. Todo ello da lugar a una armonía entre trabajadores y empresarios que redunda en la calidad del producto y buena marcha de la empresa. Amén de una aceptación del producto por su precio y calidad.

Un hombre sólo no es capaz de hacer nada. Los grandes empresarios, “creadores de riqueza”, siempre han tenido fieles y eficaces colaboradores. Si el quesero en cuestión leyera estas líneas, seguro que asentiría a lo que decimos. Por nuestra parte estamos seguros que el “creador de riqueza” ha observado, en líneas generales, un comportamiento moral con sus empleados.

No nos ha gustado el artículo, y de ahí estas líneas, por lo que encierra, al menos aparentemente, de desprecio al comportamiento a la vía moral.

El liberal Hayek podrá decir lo que quiera. Pero no porque lo diga él hemos de aceptarlo los demás. Verdad es que nadie tiene derecho a exigir a otro que lo socorra. Pero no es menos cierto que todos estamos obligados a socorrerle. Lo que el necesitado no tiene derecho a exigir, nos lo exige a los demás el mismo Dios.

Cayó el Comunismo hace unos tres lustros. El Comunismo ha caído por sí sólo. Ha caído porque actuaba contra la naturaleza; contra Dios que es el autor de la misma. Del mismo modo que quien se empeña en cortar la rama en la que está encaramado termina rompiéndose la crisma. Que no se crean los liberales que la victoria ha sido suya.

Por eso encarecemos a los “creadores de riqueza” que lo hagan por vía moral. Que no repitan los errores de los empresarios del siglo XIX. Que no vuelvan a los principios del ciclo que concluyó con sangrientas revoluciones. Que eviten que la historia se repita. Las mismas causas llevan a los mismos efectos. No lo olvidemos.

Carlos Ibáñez Quintana