De cómo fue a cómo lo cuentan
27.01.2007. En El Correo de Bilbao, suelen aparecer cada domingo artículos que recuerdan algún episodio ocurrido en la Villa un tiempo atrás. Los firma Imanol Villa.
El correspondiente al 21 de enero lleva por título “¡VIVA LA RELIGIÓN! Con una aclaración anterior que dice: En enero de 1907, Bilbao se convirtió en el escenario de una multitudinaria manifestación católica en contra de la polémica y discutida Ley de Asociaciones.
Comienza contraponiendo el turno pacífico de liberales y conservadores, de finales del siglo XIX, con la aparición de una nueva generación de políticos a principios del siglo XX que intentaban moralizar la vida pública. Y dice:
De los muchos aspectos en los que se vio la necesidad de regenerarse encontró uno tremendamente peliagudo que tenía que ver, cómo no, con la Iglesia. Su excesiva influencia en múltiples aspectos de la vida de los ciudadanos amenazaba con socavar de manera permanente el papel de (sic) Estado. No en vano, la cúpula eclesial mantenía la creencia de que la vida de los españoles era un terreno casi privativo de sotanas y rosarios.
Uno de los intentos por poner coto a la influencia de la Iglesia vino de la mano de uno de los políticos más controvertidos de la época: Romanones. Su proyecto de Ley de Asociaciones – esbozado en 1906 – pretendía, además de regular el papel de la órdenes religiosas, otorgarle al Estado un control mayor sobre la educación, principalmente en lo referente a las enseñanzas medias, área controlada principalmente por la Iglesia.
Interesante confesión de parte de un demócrata que interpreta la libertad como “un control mayor del Estado sobre la sociedad. La realidad era que desde años atrás la enseñanza, en todos sus niveles, estaba controlada por el Estado. Al menos eso decía la ley. Ahora bien: el Estado no podía llegar a todas partes y ahí es donde las órdenes religiosas actuaban.
Respecto a la enseñanza media, el control estatal era absoluto. Los alumnos de colegios religiosos tenían que examinarse al final del curso en el instituto oficial y éste les extendía el título de Bachiller. Muchos colegios de religiosos radicaban en localidades donde no había instituto. Casi todos disponían de un internado al que acudían alumnos de pueblos y aldeas. Era esa la única manera que tenían de cursar el Bachillerato. De modo que cualquier ley que pusiera trabas a la actuación de las órdenes religiosas era contraria al bien común y perjudicial para la enseñanza. De hecho, cuando en la República los jesuitas fueron obligados a abandonar España, se truncaron las aspiraciones de muchos jóvenes de cursar estudios medios. Tenía el pueblo español motivos para oponerse a la ley de Romanones.
Sigue el artículo en cuestión:
La Junta de Defensa Católica de Vizcaya convocó una gran manifestación el día 13 de enero de 1907… Carlistas, integristas, nacionalistas, conservadores…Frente a ellos, los elementos liberales, republicanos y socialistas protestaron por el hecho de que una institución pública como la Diputación apoyara un acto tan reaccionario y partidista.
El día 13, los manifestantes empezaron a concentrarse en la Casilla. En los primeros momentos el orden parecía ser exquisito. Luego llegó la lectura del telegrama mandado por el obispo y la explosión de júbilo de todos los reunidos. Fue después de los aplausos cuando un nutrido grupo empezó a silbar y lanzar gritos violentos. Como era habitual, ante semejante provocación llegaron los palos, las bofetadas y las pedradas…
Enmascara el “historiador” la realidad de que grupos de “demócratas” ( sí de esos que dicen que respetan todas las opiniones) atacaron a la cola de la manifestación en la Casilla y fueron repelidos por los grupos de protección de los manifestantes, constituidos por jóvenes carlistas, de quienes, en mi juventud, he recibido el relato.
El autor delata su condición de demócrata al uso, es decir de los que respetan todas las opiniones menos las que no les gustan, en la manera cómo relata los hechos y cuando califica de “cínica” la respuesta que los organizadores justificando la adhesión a la misma de la Diputación o cuando resalta que desde los balcones vitoreaban a la manifestación “elegantes mujeres”.
Termina el artículo:
Aquella demostración de fuerza católica- se habló de 60.000 personas- fue interpretada por los interesados como un éxito rotundo. De hecho, la católica España demostró tener más fuerza que su gobierno, pues pocos días después. Romanones retiró el polémico proyecto de ley en espera de tiempos mejores.
Parece ser que esos “tiempos mejores” han llegado. Ni Vizcaya es capaz de poner en la calle una masa católica como aquella, ni los gobiernos retiran los más absurdos proyectos de ley. La tiranía del Estado tiene sojuzgada y encadenada a la sociedad.
Zortzigarrentzale